Antes de que se cumpliera la primera media hora, Julen Lopetegui ya había mandado a calentar a Dani Ceballos pues el Atlético le estaba destrozando el plan. Se veía venir un cambio estratégico; la entrada de un mediocampista más para contener a la avalancha rojiblanca en lugar de uno de los tres delanteros. Gareth Bale le facilitó la elección al dejar el terreno por problemas físicos.
Las molestias del galés no eran, ni remotamente, lo que más complicaba el partido a los blancos. Eran la lentitud, la desconexión y su tendencia a cometer errores defensivos impropios de un aspirante a campeón. A los dos minutos, Saúl ya había probado suerte. Muy a su estilo, sin que nadie lo viera venir, con un riflazo desde fuera del área que Thibaut Courtois apenas alcanzó a salvar metiendo los puños.
El Madrid se ahogaba con la presión de Rodrigo y la habilidad de Thomas Lemar para generar juego. La defensa blanca tampoco lo pasaba nada bien. Griezmann y Costa se turnaban para filtrarse pases el uno al otro y dejar sembrados a Varane y Ramos, con la ceja sangrando a cada rato desde el minuto 15 tras un encontronazo con Saúl, y plantarse frente a Courtois.
Si el Atlético no se fue al descanso ganando al menos 3-0 fue por las intervenciones del belga, hasta con la cara, alguna falla en el cálculo de los delanteros rojiblancos, y la decisión del árbitro de no consultar al VAR por una mano (al parecer involuntaria) dentro del área de Casemiro.
Real Madrid tenía el balón; pero era el Atlético el que sabía qué hacer.
El Madrid llevaba tres partidos dando tumbos, y el cambio en la banda izquierda con Nacho en lugar del lesionado (y cuestionado) Marcelo, no fortaleció gran cosa la zona defensiva. El Atlético les sacaba el balón una y otra vez cuando no se lo regalaban directamente. El Madrid, en cambio, no robaba ni uno.
Pasaron 40 minutos antes de que el Real Madrid tuviera un disparo a puerta, cuando Gareth Bale encontró un hueco en la última línea rojiblanca para disparar desde fuera. Le salió demasiado centrado, limpio, fácil de atajar para un portero como Jan Oblak.
Ahí acabó el partido para Bale. Ya no salió para la segunda parte por “molestias en el aductor derecho”, según el club. Se materializaban así los peores temores del madridismo al ver que nunca llegó un recambio de garantías para la delantera: que Gareth Bale no llegara sano ni a octubre.
El partido dio un giro con la entrada de Ceballos. Con la presencia de un hombre extra para controlar el centro de la cancha merengue, poco a poco se empezaron a intercambiar los papeles. El Madrid ya no parecía deambular por la cancha arrastrando la cobija y el Atlético, a su vez, dejó de verse tan peligroso. Los últimos 20 minutos fueron un suplicio para los rojiblancos; que ya no buscaban cómo hacer daño, sino cómo aguantar las embestidas blancas; en especial las de Asensio, muy a pesar de que en esta ocasión le faltó algo de picardía para sorprender al arquero esloveno.
Ya cuando nadie esperaba gran cosa, en los últimos dos minutos, Lopetegui decidió jugarse la carta más improbable de todas, por el partido y la situación: envió a la cancha a Vinicius Jr. por Karim Benzema.
De tanta expectación generada tras su fichaje, el brasileño se llevó una ovación. Karim Benzema, la primera pitada de la temporada.