En todos los cuentos de hadas o en el imaginario popular se menciona que los príncipes tienen sangre azul. Pero en el mundo real está claro que es roja.
Tampoco es tan líquida como el agua o tan viscosa como el aceite, pero sí puede en algunas personas estar un poco más concentrada por lo que puede lucir más oscura
Según la doctora Inés Reyes Peña, especialista en hematología y oncología, la sangre está compuesta por una parte líquida llamada plasma, que contiene agua, sales y proteínas, y por una sólida formada por glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
Los rojos son los responsables de si estamos o no anémicos y se encargan de transportar el oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos y órganos. Los blancos, conocidos como leucocitos, combaten las infecciones y forman parte del sistema inmunológico de la defensa del cuerpo. Mientras que las plaquetas ayudan a que la sangre coagule.
Cuando una persona tiene la sangre más concentrada, agrega Reyes, es porque está atravesando por un proceso de deshidratación (falta de líquido en el organismo) en casos de enfermedades pulmonares, cardiacas y malignas como la policitemia vera (incremento anormal en el número de células sanguíneas, principalmente de glóbulos rojos).