Actualmente el exceso de consumo de carne por parte de la población general es uno de los frentes abiertos en el mundo de la nutrición. Sin embargo, el problema de base no está tanto en dicho exceso de consumo, sino sobre todo en el tipo de carne consumida: carne roja ultraprocesada.
Si bien es cierto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha relacionado directamente a la carne roja en general con diversos tipos de cáncer y otras enfermedades cardiometabólicas, poco a poco están apareciendo estudios que sugieren que la carne roja por sí misma, ni sus grasas saturadas, no serían el problema, sino que los métodos de procesado y las sustancias añadidas durante los mismos serían los factores a desterrar.
Por su parte, la carne magra, procedente del pollo, pavo o conejo por ejemplo, dada su escasa cantidad de materia grasa, sí se recomienda para el consumo diario. La carne roja, procedente del cerdo, ternera o cordero quedaría en un segundo lugar por la oscura sombra de las carnes procesadas. Ahora bien, ¿y la carne de cabra? ¿sería un buen alimento a tener en cuenta?
La carne de cabra, el alimento olvidado
La realidad es que a día de hoy la carne de cabra, o carne caprina, es algo totalmente secundario en lo que respecta a estos animales. Su leche y sus quesos son el producto principal con el que comercian los ganaderos, incluso en España, donde la producción cárnica se ha elevado durante los últimos años, pero su consumo no tanto.
2