MI SENTIR
Todo luce indicar que el presidente Danilo Medina, está decidido a casarse con la gloria, si lograra cumplir con la materialización de las dos promesas más anheladas por la región Sur del país; la terminación de la presa de Monte Grande y el desarrollo turístico de Bahía de las Águilas en Pedernales.
El pasado fin de semana vimos muy afanado al primer mandatario en hacer que se cumplan los plazos que se fijaron para entregar la construcción de la Presa de Monte Grande, al girar una visita al lugar donde se ejecuta ese complejo hidráulico que beneficiara a las provincias del Suroeste del país.
El presidente Danilo Medina, conocedor de lo necesaria que es esa obra, porque conoce muy bien la región de donde procede, y lo mucho que contribuirá al desarrollo de las provincias que se encuentran enclavadas en la denominada región Enriquillo, quiere que la misma sea concluida en el plazo preciso porque de inmediato producirá un cambio de vida entre los habitantes de esa zona.
La terminación de la Presa de Monte Grande, no solo permitirá que se fortalezcan los predios agrícolas de la región antes mencionada, sino que quienes viven en ella se sientan más seguros al momento de que se produzcan las repentinas inundaciones que ha tenido el rio Yaque del Sur, cada vez que hemos sido sacudidos por los fenómenos naturales.
De igual manera, esa obra de gran envergadura hidráulica permitirá aumentar la plusvalía de los terrenos que ocupan nuestros agricultores en las provincias de Barahona, Independencia y Bahoruco y aportará más energía para toda la región Sur, por tratarse de una obra que fortalecerá la generación hidroeléctrica del Estado dominicano.
En el esperado caso de que esa Presa de Monte Grande sea entregada a los beneficiarios en el plazo establecido, y que el gobierno permita que los inversionistas comiencen a desarrollar Bahía de las Águilas, entonces si podríamos afirmar lo que tantas veces se ha dicho; “por fin ha llegado la hora del Sur”.
Ante el impulsa que estas dos importantes acciones gubernamentales producirán al Sur de la Republica Dominicana, me permito sugerirle al gobierno dominicano que si bien debe otorgar las facilidades para que se logre un desarrollo pleno en esa zona del país, se mantenga vigilante frente a quienes querrán sacarle provechos personales a las mismas, en perjuicio de quienes han sufrido toda la vida esperando el cumplimiento de esas promesas y de los propios inversionistas que se decidan a fomentar el destino turístico de la región.
Las experiencias que han vivido inversionistas y propietarios de terrenos en varias provincias del Suroeste del país, con las trabas y las limitaciones que le han impuesto funcionarios gubernamentales y municipales, son muchas y no queremos que por esos inconvenientes se retrasen los proyectos que se tienen en carpeta desarrollar en Pedernales, Barahona, Bahoruco e Independencia, porque definitivamente contribuirán a mejorar las condiciones de vida de los habitantes de esas demarcaciones.
Convendría que en esa parte del Sur, se produzca una reedición de la experiencia que han puesto en práctica el gobierno y el empresariado y que en una alianza público-privada, se impulsen las iniciativas que propendan a desarrollar el Cuarto Polo Turístico, que tanto retraso ha tenido desde que fue declarado por el gobierno de Joaquín Balaguer, y se relance la producción agrícola local, luego de la puesta en funcionamiento de la Presa de Monte Grande, donde los agricultores tendrán mejores garantías y seguridad para producir sus rubros.
En un destino virgen como el turismo que se espera desarrollar en el Sur y la escasa explotación agrícola que se ha producido en la mayoría de sus provincias, esa alianza público-privada debería ocuparse de promover a través de la banca nacional prestamos que le permitan a los propietarios de terrenos y pequeños negocios turísticos desarrollar sus actividades para que produzcan al ritmo del impulso que recibirá la región y de esa manera no se vean obligados a tener que salir de los predios que tanto les ha costado mantener a la espera de ver cumplir el sueño de ver prosperar su lugar de origen.
De no tomarse en cuenta esta sugerencia que con tanta humildad hemos hecho ante el reto que representa el futuro desarrollo del Sur, podríamos volver a vivir la experiencia que se produjo en Punta Cana y Cap Cana, donde los propietarios de importantes porciones de terrenos de vocación agrícola de turística terminaron vendiendo sus predios porque no tuvieron los medios económicos para permanecer en pie frente a las grandes inversiones extranjeras que se fueron desarrollando, hasta el punto que hoy no existe un solo propietario nativo de esas zonas del Este del país. Evitemos caer en lo mismo, dándole apoyo al desarrollador del Sur, mediante el otorgamiento de préstamos para que permanezca en su lugar de origen.