Cortar por lo sano no siempre es la mejor idea. Ni siquiera en medicina. El último ejemplo de ello es un estudio internacional que avala una práctica más conservadora para el abordaje de los quistes ováricos benignos: la investigación propone hacer un seguimiento vigilante de estas masas que se forman en los ovarios en lugar de extirparlas quirúrgicamente. Los resultados del estudio, publicados en The Lancet Oncology, “da más respaldo a los médicos”, dicen los expertos consultados, para ayudar a las pacientes en la toma de decisiones.
Los quistes ováricos son una especie de sacos rellenos de líquido que se forman en los ovarios o a su alrededor. A través de una ecografía, los facultativos determinan su potencial de benignidad —los más comunes son los funcionales, que se forman con el ciclo menstrual y desaparecen solos— o de malignidad. Si se trata de tumores malignos, el abordaje pasa por extirparlos. En el caso de los benignos, sin embargo, pueden operarse o hacer un seguimiento para controlar su evolución.
Cada centro sanitario tiene sus propios protocolos para tratar los quistes ováricos benignos y los mismos facultativos divergen sobre el abordaje terapéutico ideal, señala el estudio realizado por un equipo de científicos internacionales de instituciones como el Imperial College London o el KU Leuven de Lovaina. La cirugía se utiliza, a menudo a petición de las propias pacientes, para evitar el riesgo de falsos negativos —que en realidad, la masa sea un tumor maligno— o complicaciones en el ovario. Sin embargo, el abordaje quirúrgico no es inocuo y, aunque ahora se hace de forma mínimamente invasiva (por laparoscopia), implica unos riesgos que hay que calibrar y tener en cuenta.
La posibilidad de complicaciones, como la perforación intestinal, en estas cirugías a mujeres de 50 a 74 años de edad, se encuentra entre el 3% y el 15%. «A pesar de que estos riesgos quirúrgicos son pequeños, si las mujeres de este grupo de edad se sometieran a una cirugía en nuestro estudio, podríamos especular que de 29 a 123 de ellas podrían haber sufrido complicaciones quirúrgicas graves”, apuntó el profesor Dirk Timmerman, autor principal de la KU Leuven.
Sobre este escenario, la investigación ha puesto negro sobre blanco con un estudio en el que ha seguido a cerca de 2.000 mujeres con estas masas no cancerosas en sus ovarios. El resultado es que la llamada “espera vigilante”, donde los médicos no extraen los quistes, sino que controlan su tamaño y apariencia con ecografías regulares, es un abordaje efectivo y menos arriesgado para este tipo de masas. Según el estudio, en uno de cada cinco casos, el quiste desapareció por sí solo sin necesidad de intervención quirúrgica.