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Las ‘mochilas’ de la diabetes: por qué el problema no es sólo el azúcar alto

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La diabetes es una de las enfermedades crónicas más conocidas. De todas las que existen, la diabetes tipo 2 es la más común. Sólo en España la padecen alrededor de 5,3 millones de personas, según la Fundación para la Diabetes. Este dato equivale a casi el 14% de la población total de nuestro país. Es decir, se trata de una patología cercana para muchas personas. Sin embargo, aún se desconocen muchas de sus características y de sus principales riesgos.

Lo que mucha gente conoce es que quienes padecen diabetes tienen altos niveles de glucosa, o azúcar, en la sangre. Esto se debe a que la hormona que la controla, la insulina, no está cumpliendo su función de la manera correcta. El exceso de glucosa, por sí mismo, puede terminar dañando ciertos órganos. Por esta razón, la diabetes se suele tratar aportando más insulina a través de inyecciones o, también, con medicación específica.

De esta manera, el control de la diabetes se ha realizado históricamente en las consultas de médicos de familia y de endocrinólogos. Sin embargo, quien conoce la diabetes tipo 2 sabe que, en ocasiones, esto no es suficiente. Mantener a raya los niveles de azúcar es importante, pero una gran parte de estos pacientes presentan, además, otras enfermedades asociadas. Las principales y más dañinas suelen ser las cardiovasculares. En este sentido, en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), que se ha celebrado este año en París, se han presentado avances en terapias conjuntas para el control de la glucosa y la mejora de la salud cardiovascular.

Las caras de la diabetes

«Hasta ahora la diabetes se ha planteado de una manera muy glucocéntrica», explica Nicolás Manito, jefe clínico de la unidad de Insuficiencia Cardíaca Avanzada y Trasplante Cardíaco del Hospital Universitario de Bellvitge. «En este momento, sin embargo, la visión de esta enfermedad es más cardiocéntrica. Por el simple hecho de ser diabético, este tipo de pacientes tienen un alto riesgo cardiovascular: mayor tasa de infartos, de anginas y, sobre todo, de insuficiencia cardíaca. Si, además, estos diabéticos tienen una edad avanzada cuentan con una mortalidad muy elevada».

La insuficiencia cardíaca y la diabetes presentan una importante relación. Concretamente, entre el 25 y el 30% de los pacientes de diabetes padecen también una insuficiencia cardíaca. Esta dolencia del corazón, en general, afecta al 5% de la población de 40 o más años. Las cifras se vuelven peores en los pacientes de edades avanzadas: 1 de cada 5 personas mayores de 75 años padece insuficiencia cardíaca. Se trata de una enfermedad con una mortalidad alta y en la que la mitad de los pacientes suelen volver a ser ingresados en el año siguiente de padecer un episodio.

Además, las complicaciones de la diabetes tipo 2 se pueden dar en otros órganos, como los riñones. Los pacientes diabéticos con insuficiencia cardíaca, de hecho, son propensos a sufrir una disfunción renal o una nefropatía diabética. Por esta razón, los medicamentos actuales tratan de abordar el problema de la diabetes de manera multidisciplinar. Es decir, a través de varias especialidades médicas y con medicamentos que actúen en cada una de las necesidades del paciente.

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