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Subasta electoral 2020

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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“El país es hijo de la pro­videncia, siempre le salva algo producto de la obra de Dios para evitar perecer” -Dr. Joaquín Balaguer-

Desde hace años siento con preocupación cómo un oleaje golpea incesan­temente el buque de la democracia, por la anomia de una “voluntad política” la cual debe entender que solo con un pueblo educa­do y bajo un esquema ins­titucional, navegaremos hacia el logro de los gran­des objetivos nacionales.

Creo que es tiempo de entender que las fisuras al tejido social producto de reiteradas acciones inco­rrectas de los tres poderes del Estado, deben ser re­paradas con urgencia, de­bido a que hace años le es­tá entrando agua al buque de la nación y casi se hun­de. Así lo presiento.

Para poder solucionar esos grandes males histó­ricos, tenemos una nueva oportunidad que nos brin­da el camino de la demo­cracia, y es ejercer masiva­mente con nuestro deber y responsabilidad cívica el próximo 5 de julio, aunque sea en medio de una pande­mia que no solo ha sacado a flote nuestras debilidades en el sistema de salud, sino en aspectos esenciales co­mo la solidez de identidad, cohesión nacional, volun­tad de sacrificio y disciplina colectiva.

En ese orden, es funda­mental que cada dominica­no con capacidad para el vo­to esté muy claro de que la elección del próximo Presi­dente de la República, no es una subasta, en la cual el go­bierno intenta ser el máximo oferente, apoyando abierta­mente con todo el poder del Estado al candidato de su interés, mientras saca pro­vecho político de la delica­da situación generada por el Covid-19, que más tempra­no que tarde, bajo la volun­tad divina, pasará.

Hoy más que nunca creo que los votantes, sobre todo los jóvenes, con las facilida­des que brinda el internet, tienen la oportunidad de ponderar de manera indivi­dual el perfil y la trayectoria de cada candidato, pues es­ta herramienta permite des­cubrir de inmediato no sólo cómo nos están saturando con aluviones politiqueros en los medios de comuni­cación al estilo del nefasto ministro de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, ha­ciéndonos vivir una especie de “nazismo ilustrado en el Caribe”, sino también la historia clara o turbia de ca­da aspirante.

También es época de re­valuar a conciencia nues­tros valores fundamentales para darnos cuenta dónde está nuestro talón de Aqui­les, y así evitar que nos con­duzcan como un rebaño al corral de la desgracia , por lo que resulta indispensa­ble oír de labios de los can­didatos presidenciales sus programas de gobierno y demás propuestas, bajo el escrutinio de moderadores independientes, sin tele­pronter ni pizarra.

Estoy seguro que al pue­blo le gustaría escuchar los puntos de vistas sobre la manera en que los aspiran­tes presidenciales comba­tirían nuestros males cen­tenarios, como la falta de educación, deficiencias de la salud pública, el estigma de la corrupción, la inse­guridad ciudadana y la re­forma de una justicia que a veces representa una cari­catura del mal, dejando que el velo de la impunidad mo­tive el crimen y el delito, in­cluso con portadores de fal­sas linternas de Diógenes .

Debemos evaluar y pen­sar cómo se han conducido los candidatos en esta sin­gular campaña electoral, li­mitada por una “emergen­cia nacional” caracterizada no sólo por el confinamien­to y distanciamiento físico, sino también por los privile­gios ilegales y abusivos del candidato del partido ofi­cial, quien de manera abier­ta y descarada usa y abu­sa de los recursos públicos con propaganda ilimitada y “programas de asistencia y planes sociales» que salen del bolsillo del mismo pue­blo que se humilla, diseña­dos por mentes maestras sólo para atraer electores como “vacas al matadero”.

Pero tampoco se puede pasar por alto en esta lu­cha desigual, donde única­mente la oposición se reco­ge en los “toques de queda”, sin hacernos la pregunta: ¿cuál hubiese sido nuestra decisión al marcar la bole­ta electoral, si las eleccio­nes hubiesen tenido efecto en el pasado mes de mayo? Seguro que, saliendo de esa burbuja mediática de pre­bendas, hubiéramos votado motivados en lo que cree­mos es lo mejor para el país y los nuestros, y no en una subasta de votos “en tiem­pos de pandemia”.

Viviendo en una realidad que nos recuerda la famosa novela de George Orwell, titulada “1984”, donde la “policía del pensamiento” (DNI, J-2, etc.), y el “gran hermano” (sicofantes) nos monitorean, sugiero a mis conciudadanos que no se dejen influenciar por voces agoreras ni por encuestas de opinión manipuladas y que mejor opten por confiar en lo que perciben con sus propias vivencias en el ho­gar, el trabajo y la vida co­tidiana; partiendo de esa realidad, fuera de un efíme­ro “espejismo electoral” que pronto pasará, piensen có­mo creen estarán mejor: si con los que han estado por años en el poder ejercién­dolo con “malas actuacio­nes”, aún frescas en nues­tras memorias o los que aspiran a un nuevo modelo político o los conocidos, pe­ro renovados.

Señores políticos, des­pués de la pandemia y las elecciones, la Plaza de la Bandera estará esperando una República Dominicana cansada de sueños trunca­dos y falsas promesas. Por eso, en esta fase de hacer política, donde se habla con términos desconocidos por muchos, como la biopolíti­ca, cuarta revolución indus­trial y economía circular, in­clinémonos en propuestas posibles y realistas. Cam­biemos esta subasta del chantaje, el relajo y el con­tubernio por le fe y esperan­za en algo mejor.

Don Juan Isidro Jimenes, en su discurso de renuncia a la presidencia de la Repúbli­ca en 1916, cuando prefirió salir por la puerta grande de la historia y no sucumbir a la tentación de quedar en el poder usando la bota extran­jera para combatir a Deside­rio Arias, dijo:

“Con más de 1500 hom­bres valientes y llenos de entusiasmo marcial sitian­do las posiciones rebeldes, desciendo las gradas del ca­pitolio, con el sosiego sere­no de mi conciencia limpia y con la confortable convic­ción del deber cumplido, sintiendo el sol otoñal ilu­minar con resplandores cre­pusculares las canas de mi cabeza, me retiro a la tran­quilidad del hogar”.

Finalizo con mi más sen­tido pésame a los deudos de los compatriotas falleci­dos por este Covid-19, re­comendando “no bajar la guardia”, acatando de ma­nera rigurosa las medidas sanitarias impuestas por el gobierno, con énfasis en utilizar mascarillas, respe­tando el distanciamiento fí­sico.

El autor es miembro fundador del Círculo Delta

 

 

 

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