La Escuela de Evangelización Juan Pablo II se ha quedado en mis días y noches como una Bendición ¡Que felicidad ha grabado en nuestro interior! He vuelto al curso de Biblia, leí en Proverbios 5, Lo Que Odia el Señor, que bien recuerdo como aquellas canciones de la infancia.
En este aislamiento las envejecidas neuronas nos dictan: Hay seis cosas que detesta el señor, y hasta siete que le causan horror. La mirada despreciativa, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que medita intenciones culpables, los pies que corren impacientes a hacer el mal, el testigo falso que habla mentira y el hombre que provoca la discordia entre humano.
Nuestra larga travesía no ha enseñado que los hombres no hemos cambiado. Mientras paso más páginas concibo que Dios en su amor nos ha dejado sus hijos para que nos sigan enseñando para que seamos un hombre nuevo.
He vuelto a pasar páginas al libro: El difícil arte de ser bueno, escrito por José Fernández Oliveira, SCS.
En el escrito 50 escribe: La ciencia actual inventó los más precisos elaborados medios de comunicación social. En cuestión de segundo podemos telefonear para oír y hasta ver lo que sucede en otro lado de la tierra o de la luna. Físicamente se acabaron las distancias.
Moralmente sin embargo, este es un siglo que perdió la interioridad. La familia es el mejor ejemplo de cómo no basta inventar aparatos para que los hombres se comuniquen. Es preciso algo más que la técnica….¡Necesitamos ojos en nuestros ojos! Y ahí comienza hoy una gran barrera. La mayoría de las personas mira poco no sabe verse y entender a los demás.
Hoy los dejo con el escrito 117. El drama del menor abandonado es muy claro: uno o dos adultos fallaron. Y si no fue alguno de los dos, falló su familia, o la comunidad en que vivían los niños. Si están abandonados, es porque alguien los abandonó.
No puede ser buena una sociedad que no sabe qué hacer por un niño que perdió sus padres o que fue rechazado por ellos.
Me permito agregar el 68. En el diccionario del verdadero cristiano las palabras más importantes son: Dios, Prójimos, Amor, justicia.
Soy un viejucho inquieto, siempre estoy en búsqueda de aún aprovechar el tiempo que no vuelve, por eso soy inquieto y me río de mí mismo, pues así soy. Consérvense bueno-salud-alegría-amor. El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.