Nuestro respeto, felicitaciones
En el año 1953 estuve en Cannes, Francia desde el 13 de agosto al 25 de septiembre a bordo del yate Moineau. Por lo regular pase más tiempo leyendo. Me incliné a los filósofos griegos y a la historia de Roma. El más grande tributo y el Gran Cónsul Marco Tulio Cicerón. Leí su historia y copié bastante de su vida.
Hoy 2020 abrí mi bitácora y me permito dedicar a los recién elegidos legisladores esta pincelada de Cicerón: “El poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición. Hoy la ley de Dios, de la cual proceden todas las leyes equitativas de los hombres y a la cual deben éstos ajustarse si no quieren morir en la opresión, el caos y la desesperación. Divorciado de la ley eterna e inmutable de Dios, establecida mucho antes de la fundación de los soles, el poder del hombre es perverso, no importa con qué nobles palabras sea empleado o los motivos aducidos cuando se imponga.
Los hombres de buena voluntad, atentos por tanto a la ley dictada por Dios, se opondrán a los gobiernos regidos por los hombres y si desean sobrevivir como nación, destruirán al gobierno que intente administrar justicia según el capricho o el poder de jueces venales”.
He observado pasando páginas a lo copiado en mi bitácora que sus cantos y discursos me hacen sentir que él está hoy entre nosotros, a pesar que hace más de dos mil años él transitó en casos muy similares a los que hoy estamos viviendo.
Deseando Dios los que en sus legislaciones, los dejo con la sentencia que Cicerón graba en su libro de Las Leyes. “El bienestar del pueblo es la ley suprema”.
Consérvense bueno. Una alegría, amor, aceptación, bendición y agradecimiento totales. Estas son las cinco actitudes de Dios. El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.