Por: José Francisco Peña Guaba
Si hay algo que no me cabe la menor duda es la buena intención que tiene el presidente Luis Abinader, su compromiso en tratar de hacer las cosas bien, algo que hasta sus más enconados adversarios le reconocen.
A gobernar se aprende gobernando, no hay otra manera de adquirir experiencia. Menos en estos momentos de pandemia, donde ha fracasado gran cantidad de gobernantes a escala planetaria, ser asertivo en las acciones del poder tiene hoy mucho de suerte. No existe un librito que le indique al actual inquilino de la mansión de Gazcue cómo obtener éxito seguro en la tarea, habida cuenta de los resultados desastrosos que han tenido buenos presidentes. La apuesta de hoy no es a la excelencia, es a la sobrevivencia y a la búsqueda de la gobernabilidad, que en tiempos de Covid hay que construirla día a día.
Dirigir una nación como la de nosotros hoy es sumamente difícil. Abinader necesitará de una aguda destreza para salir airoso de la prueba, pero, en este momento, el elemento clave para lograrlo es escuchar a los más avezados: la dirigencia política, solo ellos pueden tener ideas de qué hacer para aminorar los efectos de esta terrible pandemia. Reconozco que es sumamente complicado asesorar o aconsejar a personas exitosas, como lo es aquel ciudadano que logra por voluntad del soberano, ser el primero entre sus iguales.
Aunque no existe un manual para dirigir en estos tiempos con garantía de triunfo, de lo que sí estoy seguro es de qué hay errores que no se deben cometer o repetir, que a modo de recordatorio le hago a mi amigo Presidente con el solo interés de apoyarle decididamente para que él, con pericia, nos saque de esta coronacrisis.
En este “Decálogo de la supervivencia” anoto lo que el Gobierno no debe hacer:
1- Ningún Gobierno soporta el disgusto de su propia militancia. Es como un padre o cabeza de familia que tenga la esposa y los hijos en contra. Eso es “gravedad total”, vistos los antecedentes de los gobiernos del PRD, que a propósito de no entenderlo crearon una fiera oposición dentro del propio partido oficial. Lo que está más que probado es que la disensión interna sin control adelanta la salida del poder de la organización. Ninguna gestión aguanta las acciones opositoras conjuntas de contrarios y propios. El presidente Abinader está obligado a encontrar una forma que integre la dirigencia y las bases de su partido al tren gubernamental, a la mayor rapidez que le sea posible.
2- Créame mi amigo Presidente que no hay cosa que genere más decepción en un equipo de trabajo que una injusta distribución de cargos. Si hay algo urgente, que les digo porque lo he vivido de cerca, es la necesidad de que los gobernantes de turno tengan “sentido de la proporcionalidad”, que siendo honesto está siendo escaso en estos momentos. Se trata de darle a cada quien la participación que se merece, en base a los méritos acumulados y a los aportes realizados. Por ejemplo, como me explicaba un buen amigo hace poco, al que se ganó un carro le han dado una bicicleta… y viceversa. Eso es gravísimo, porque se tiene disgustados hasta a los mismos que están dentro, que producto de entenderse infravalorados se suman al coro de los que están fuera y defienden las ejecutorias gubernamentales con desgano.
3- En la guardia, y yo lo fui en Panamá, siempre se ha dicho esta frase: “La antigüedad es un rango”. Es la forma de admitir que, entre iguales, el mérito se encuentra en el tiempo de servicio, que tiene un valor superior. Tal es el caso de la vieja dirigencia perredeísta hoy perremeísta, que, por sus servicios de larga data, como símbolos vivientes, deben ser tomados en cuenta. Un partido es la combinación, decía el doctor Peña Gómez, “de lo mejor de lo viejo con lo mejor de lo nuevo.” Por ello, el presidente Abinader ha de reconocer que, además de jóvenes altamente preparados como los que él ha escogido, tiene que valorar en meritocracia a dirigentes como Enmanuel Esquea, Ramón Alburquerque, Vicente Sánchez Baret. Tirso Mejía Ricart, Nano Porcella, José Rodríguez Soldevila, José del Carmen Marcano, Ernesto Fabré, entre muchos otros que por límite de espacio no puedo mencionar. Ellos son héroes, constituyen la vanguardia del peñagomismo. “Honrar Honra” y no se puede soslayar el pasado, porque ninguna organización que se precie de ser diferente puede perder su memoria histórica.
4- Es necesario establecer equilibrios en la participación gubernamental, soy de los que cree “que una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín”- Abinader llegó al oder con un respaldo sólido de la sociedad civil y de un amplio sector empresarial, hastiados de los desmanes de los gobiernos peledeístas. Pedirle al presidente que no les dé participación es ignorar esta realidad. Lo que sí debe nuestro amigo mandatario es crear un contrapeso, un justo equilibrio en la incorporación de las dirigencias partidarias, porque estos son los carpinteros, los artesanos que le dan forma al barro del poder y, además, son los únicos que en las horas bajas no se tiran del barco cuando está haciendo agua. Es necesario darle entrada a la dirigencia del PRM, a los aliados y a otros que vengan a reforzar la gobernabilidad y también, por qué no decirlo, considerar ya la posible alianza electoral del oficialismo para las elecciones del 2024.
5- Es muy difícil desmontar estructuras de larga data en el poder. Tal fue el caso de los reformistas en los 12 años, cuya influencia les permitió llegar otros 10; el PLD duro 20 años, entre ellos 16 de manera ininterrumpida, por lo cual su impronta está en todos los estamentos del Estado, en una parte importante de los servidores públicos, gracias a los derechos legales que les da la Ley de Carrera administrativa, lo que hace que en todas las instituciones gubernamentales tengan influencia y ojos para ver cuánto se haga. Igualmente ocurre en la Justicia, en el Ministerio Público y en la estructura militar, porque a quien los morados encontraron como tenientes hoy es mínimo coroneles. Esa es una realidad palmaria con la cual tiene que convivir el perremeísmo, “en una especie de cohabitación de la administración de la cosa pública”, solo que, para crear un contrapeso a lo que aquí expongo, no se debe restar autoridad a la dirigencia local oficial, porque si a los jefes políticos del Gobierno no se le respeta, pierden autoridad e influencia y eso puede resultar catastrófico para garantizar el orden y la tranquilidad en medio de situaciones difíciles, a las que se ha de enfrentar el gobierno cuando se termine la luna de miel con la población. Esto también sin duda afectaría electoralmente. Los gazapos que puedan cometer los dirigentes hay que llamarles la atención en privado. Por ejemplo, no le suma en nada al gobierno el llamado de atención en público realizado a un senador y a un diputado, porque esto solo dejará temor y vergüenza entre el liderazgo local perremeísta.
6- El gobierno tiene que entender que, en tiempo de crisis, dejar la población a merced de empresarios y comerciantes cuyo único interés es económico, es dejar al pueblo en orfandad, en manos del agiotismo acaparador, que no piensa en las penurias de sus compatriotas, sobre todo de los más vulnerables la clase media y baja. Es verdad que hoy es muy difícil controlar precios, que todo se sujeta a la ley de oferta y demanda, pero el gobierno tiene mecanismos para garantizar mejores precios en la canasta básica. Para eso tiene el Estado al INESPRE, de manera que subsidiando algunos productos y otros vendiéndolos a igual precio de lo adquirido la población indefensa puede tener alternativas. Cuando eso pasa obliga los precios a la baja, porque donde se vende comida u otros productos de la canasta básica a buen precio no les queda de otra a los comerciantes que mantener precios adecuados, para mantener niveles de venta aceptables. De igual manera debe hacerse con las boticas populares o farmacias de pueblo de PROMESE, para detener el aumento desproporcionado de los medicamentos. Esos son renglones estratégicos del Estado, que hay que dejar claro en los vínculos con la oligarquía.
7- Mantener el asistencialismo a través de los programas existentes es una buena decisión del gobierno pues, aunque lastre las acogotadas cuentas nacionales, la gente la está pasando mal con este Covid y hay que ir en su auxilio, para lo cual si hay que tomar prestado que se haga, llevando una parte de esos recursos hacia abajo, creando un vasto programa de plan de emergencia a nivel nacional donde se creen empleos temporales como por ejemplo: limpiezas en los barrios, reforestación, saneamiento de ríos y cañadas, recuperación y hermoseamiento de áreas verdes, etcétera. En tiempos de recesión hay que estimular la economía, para que se mueva y genere más impuestos y más consumo. Es una respuesta a las carencias con las que hoy vive nuestra gente.
8- El Gobierno tiene que afinar la orquesta de los funcionarios de manera obligada, eso no se negocia. Declaraciones altisonantes, acciones aisladas… no es posible aceptar que todo el mundo tenga que tocar su partitura individual. Se establecen mecanismo de cumplimiento y control para que quien no esté alineado pague las consecuencias, porque no hay cosa que le haga más daño a una gestión en medio de esta calamidad, que funcionarios haciendo lo que les venga en gana, algunas veces incluso actuando en contraposición a la línea oficial. Es necesario que la población perciba orden, disciplina y coherencia en el discurso, una sola línea comunicacional. Mi amigo presidente debe evitar la sobre exposición para que, cuando él hable, la población esté expectante. Para lo cotidiano que defina voceros. Hay cosas que son parte de la idiosincrasia nuestra, entre ellas la presidencia, que es un símbolo y tiene la última palabra.
9- Aunque estamos en la era de la comunicación y el gobierno tiene que buscar alternativas para ser escuchado y comprendido por la población, no es menos cierto que no puede permitir que su agenda de acciones y decisiones, se la impongan las redes sociales y los comunicadores. No se debe aceptar porque las redes, primero que nada, son volubles, engañosas en su mayoría (fake news) y llenas de frustrados, de anarquistas del pasado que son hoy los apologistas del desastre, que nada se encuentran bien y a quienes sin importar lo que se haga, siempre serán críticos hasta de lo bien hecho. Hay que anotar dos elementos: el liderazgo de las redes no actúa en positivo, primero, y segundo, el peledeísmo tiene una maquinaria organizada haciéndole una verdadera oposición digital al gobierno. En cuanto a los comunicadores, deben entenderse con ellos porque al final, como ese es su modus vivendi, ahí se aplica el concepto de la vellonera. Se debería “democratizar” la colocación publicitaria, que es lo atinado. Con tantos medios, no se debe concentrar la inversión en unos pocos.
10- Toma de medidas político administrativas de vital importancia, cómo evitar aumentarle impuestos a la población. Esta crisis llama a focalizar los impuestos hacia los que más tienen. La clase media, mucho menos la baja, aguantan pagar más impuestos. Si el gobierno necesita recursos tiene que buscarlos entre los que obtienen ganancias excesivas, no en los que trabajan para sobrevivir y comer. De igual manera, aunque el presidente está claro en sus relaciones con el imperio, debe estar abierto a toda inversión porque “los problemas económicos no tienen ideología”. Se necesitan recursos e inversiones de donde lleguen, privilegiando la de los Estados Unidos por los vínculos históricos y por la diáspora nuestra que vive allá, que nos obliga a ser prudentes, pero esta pandemia se está llevando a “generales”. Hay que reinventarse para buscar soluciones tangibles y todo no puede ser préstamos, porque como vamos la deuda en poco tiempo superará en más de un 100% el producto interno bruto.
Cómo verán, estas apreciaciones las hago en interés de que el presidente Abinader lo haga de la mejor manera, porque él es el capitán de esta nave y debe llevarnos a un puerto seguro. El que apueste al fracaso de la gestión no le importa la suerte de esta media isla. La unidad de propósitos en una obligación en estos tiempos.
Aunque no lo incluyo en el decálogo de la supervivencia, porque está demás aconsejar a Luis Abinader, el político experimentado que ya es, que probó con hechos concretos su agudo olfato cuando armó la estrategia para sacar al Partido de la Liberación Dominicana del poder, tiene que cuidarse de crear un conflicto con la clase política, con el tema de la reducción y de la distribución de los recursos económicos del Estado a los partidos.
Aunque parte de esa decisión no es de su competencia, actuar contra los intereses de los partidos, ese dead ball se le pegará inevitablemente al Partido Revolucionario Moderno, porque nadie entenderá que no tienen influencia alguna en quienes deciden sobre este tema en particular. A la vez, cometerían el desliz de subestimar la maquinaria peledeísta, que con más recursos asignados por la JCE y con la confirmación en el imaginario popular de que solo hay dos mayorías, los acercan a ser la potencial alternativa para llegar al Gobierno en el 2024.
Si desde ahora los convierten en el principal polo opositor, obligarán a todos los que tengan diferencias con el Gobierno a entenderse y pactar obligatoriamente con ellos y, en eso no les quepa la menor duda, los peledeístas son buenos. Para los que no conocen el país donde viven, tienen que saber que nuestro pueblo es especial, que aquí “el día más claro llueve” y que, si a las pruebas nos remitimos, en apenas 8 años un aporreado Balaguer volvió al poder y en apenas 4 volvió el PLD en el 2004. ¡El que no conoce la historia está condenado a repetirla!