ESPN.- El Barcelona sufrió un domingo de pesadilla en el peor momento. Cinco días después de ser avasallado por el PSG en Europa, cedió un empate terrible, terrorífico, en la Liga, frente a un Cádiz que llegaba al Camp Nou con cuatro derrotas a cuestas, obligado más que nunca a responder al tropiezo del Atlético de Madrid y que desembocó en un empate que muestra, con toda la crudeza, la nula confianza que ofrece.
De penalti iba a ganar un partido insulso y de penalti, en el último suspiro, se lo dejó por el camino. No supo, no alcanzó, a resolver el partido después de que Messi lograse el 1-0 a la media hora y acabó hundido cuando el Cádiz, sin nada a perder, buscó el empate en la recta final. Un penalti ridículo de Lenglet permitió el gol de Aléx Fernandez y derrumbó al Barça.
Un ridículo sin paliativos, un ridículo enorme de un equipo sin ritmo, sin juego y sin ambición, que parecía tener suficiente con ganar de manera oscura y pagó su mala actuación con el empate final. Un paso atrás, otro, que a saber qué consecuencias tendrá porque hay veces que no basta con rematar hasta 24 veces a puerta, sino que se debe jugar al fútbol. Y jugar es más que tocar y tocar sin más.
Koeman le dio confianza al mismo once que el martes fue arrasado por el PSG. Repetir la alineación pudo inerpretarse como un signo de confianza o como un aviso de que debían ser los mismos jugadores los que cambiasen la imagen europea. Y como el Cádiz no se parece en nada al PSG, habrá que dejar para otra ocasión cualquier conclusión.
El equipo andaluz formó una defensa numantina por delante de Ledesma, ocupado en mantener el orden muy cerrado atrás y buscando, si era posible, alguna contra con la que asustar a Ter Stegen, pero la lentitud del ritmo, la poca profundidad y menor atrevimiento azulgrana, que apenas si utilizó las bandas en el ataque, convirtieron la primera mitad en un monólogo insulso.
Hasta diez veces disparó el Barça a puerta antes del gol de Messi y nueve de ellas se fueron a las nubes, salvando el meta argentino un remate del capitán con una gran intervención. Todo ello hasta la media hora, cuando Pedri, el más revoltoso entre el
aburrimiento, se coló en el área y fue trabado claramente por Iza. El lanzamiento de Leo, suave, engañó a Ledesma. Gol.
EL DERRUMBE
El 1-0 apenas si cambió el escenario futbolístico más allá del susto inmediato que sufrió el Barça, con un desajuste habitual en defensa que permitió un centro de Salvi que Sobrino, ganando la posición a todos, remató de manera inverosímil sin encontrar puerta.
De ahí al descanso apenas nada. Después poco más… Dos goles anulados a Pedri y De Jong, un pase magnífico de Busquets a Messi que disparó fuera, el remate del argentino que salvó el meta, el penalti y la ocasión de Sobrino. Ahí se resumiría la primera mitad, en espera de una segunda que, se entendía, debía cambiar la cara del Cádiz. Y también del Barça.
Pero se tardó en ver cualquier atisbo de cambio. Hasta que Álvaro Cervera no metió mano en su equipo con tres sustituciones y un tímido paso al frente, a la hora de partido, el juego mantuvo ese ritmo cansino, lento y aburrido que protagnizó, a fin de cuentas, toda la matinal.
Se rebeló Dembélé buscando la banda, volvió a acercarse De Jong al área y reapareció en el escenario Pedri, buscando la combinación rápida con Messi o Griezmann para desencallar de una vez el partido, que con el 1-0 daba la sensación de poder provocar un susto en cualquier momento, por más que las llegadas del Cádiz fueran mínimas.
Y Koeman, que ya había dado descanso a Busquets, el día que cumplía sus 400 partidos de Liga, y Griezmann sustituyéndolos por Pjanic y Braithwaite, resolvió sacando de escena a Pedri para regalar minutos a Trincao en el último cuarto de hora, buscando acaso mayor profundidad pero perdiendo combinación.
Y se cayó el Barça como un castillo de naipes. Le permitió mantenerse vivo al Cádiz y el equipo andaluz, sin necesidad de disparar ni una sola vez entre los tres palos, se encontró con un penalti en el minuto 88 que le dio el empate y le provocó la desesperación a un Barça en barrena.