Mis Abuelos y Yo

Por Hipólito Núñez Velásquez

Mis abuelos maternos son de gran recordación en mi vida. Por esa razón, en el día de hoy he querido recordar algunas de mis vivencias con ellos. De manera muy especial, con mi abuelo quien fue un ejemplo como caballero de trabajo, respetado y querido en nuestra comunidad.

Me refiero a José Concepción Velásquez (Josecito o el viejo Chefla como cariñosamente le llamaban). El era nativo de la comunidad de La Laja, Hato Mayor, Fantino, Provincia Sánchez Ramírez, República Dominicana.

Mis abuelos solo procrearon dos hijos: mi madre María Paulina Velásquez y mi tío Sijo Velásquez los cuales le dieron varios nietos que convivíamos bastante tiempo juntos como era normal en las familias campesinas. Con ponerle mano a un objeto de mi abuelo, corría peligro podía llevarse una pela y su respectivo castigo.

Yo era un nieto privilegiado. Yo podía despegar su hamaca que colgaba del techo y acotarme en ella hasta que regresara de la loma. Recuerdo, que cuando llegaba me decía uno de los dos apodos que me tenía de cariño 🙁 Jampa o Flaco); seguía yo muy tranquilo en la hamaca y no tenía miedo a castigo alguno. Al contrario, compartía conmigo la comida que mi abuela de guardaba.

 

MI PRIMO CADIO 

A mí me encanta que me comparen con mi abuelo. Es así. como mi primo Cadío me dice ”Tío Josecito” por mi temperamento. Según él, yo soy similar al de mi abuelo en cuanto a su temperamento. Mi primo lo hace para molestarme. Pero el efecto es contrario. Eso me hace feliz cuando me comparan con mi abuelo.

Mi abuelo, además de agricultor era carnicero. Su negocio estaba en Comedero Abajo y yo me iba con él a la carnicería cuando estaban friendo los chicharrones. En esa ocasión. se reunían muchas personas;

especialmente del sexo masculino. La conversación era acerca de mujeres y se ponían hablar de mujeres. Yo escuchaba a mi abuelo decir que cuando “usted tiene una paraje si no le tiene confianza tenían que separarse porque en la pareja que no había confianza y respeto no podía felicidad haber,” y además mi abuelo contaba muchas anécdotas que las recuerdo y las he puesto en práctica en mi vida diaria. Eran en forma de

consejos.

Mi abuelo era una persona muy saludable. Cuando murió, tenía más de noventa años y nunca necesitó atención médica. Una de las razones para lograr tan largo tiempo de vida fue que allá, todos los alimentos estaban libres de contaminación. Esos mismo, alimentos naturales sanos como el aguacates, maíz, palma y yautía eran loa que alimentaban a las personas y eran cosechados en la tierra de mis abuelos. La carne era también sin preservativos ni hormonas para acelerar el crecimiento. Los alimentos de la familia eran cocinados con manteca de los animales que se engordaban en la finca.

Tengo muchos recuerdos de mi abuelo. Una noche iba con él a rezar el rosario a la casa de mi tía Inés y cuando llegamos frente a la pulpería de papá le dije: abuelo espéreme aquí que voy a entrar al negocio a buscar un pedazo de salchichón. Cuando salí que no lo ví en el lugar que él había quedado, salí corriendo y lo choqué. Por poco lo tumbo. Todavía me rezumba en mi oído la palabrota que me dijo. Así era mi abuelo. En honor a él es que yo reclamo que mi nombre se escriba con mis dos apellidos: Núñez y Velásquez. Además, mi tres hijos llevar el nombre de José en su honor que por coincidencia, mi padre también se llamaba José.

     SAMUEL JOSE, JOSE HIPOLITO, H. NUNEZ VELASQUEZ Y JOSE SAMUEL

Mi abuela Ecolática de la Cruz era un ser humano diferente a mi abuelo. Era una mujer muy calmada, amigable y serviciar que se dedicaba a las labores domésticas.

Dios tenga en paz a mis abuelos.

Hasta pronto.

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