Por Ramón Leonardo
Cada cierto tiempo regresa al debate público el tema de reformar la Constitución
Traído por la greña el tema se ha insertado, a lo largo de nuestra historia, en coyunturas políticas que solo buscan saciar apetencias partidarias y personales.
Ya que el tema ha regresado «con fuerza», como decía un comentarista de béisbol, es hora también de darle un reimpulso a nuestro país y que los ciudadanos y las ciudadanas tomemos conciencia de lo que somos y que es lo que queremos ser a la hora de reformar nuestra Constitución, pero a la ahora de reformarla entre todos y para todos.
Pero a la hora de reformarla hay que tener en cuenta que la Constitución no debe ser otra cosa que “Nuestro Proyecto de Nación”. El proyecto que defina la visión y la misión del país que queremos y las reglas de juego que van a imperar a la hora de actuar social, política y económicamente.
Desgraciadamente, todo lo ha anterior se ha obviado, porque los intentos de reforma solo buscan, como dije anteriormente, beneficios personales y partidarios.
Creo que la perspectiva de Constitución = Proyecto de Nación es fundamental si queremos que la misma tenga un valor constitutivo sostenible.
El Expresidente de Bolivia, Evo Morales, en la instalación de la Asamblea Constituyente les recordaba a los miembros que la misión era “refundar Bolivia”. Una Bolivia de Todos, una Bolivia para todos.
Una reforma expresaba Morales «que les cierre el paso a las transnacionales, recupere el control del Estado sobre los recursos naturales, que han sido saqueados y así superar y acabar con la discriminación social.»
Una Constitución-Proyecto de Nación, refundadora de dominicana, tiene que declarar, no solamente que sistema de gobierno queremos, tiene que definir, entre otras áreas, conceptos fundamentales como los de soberanía, nacionalidad e identidad; tiene que definir quienes somos en el tiempo.
Estamos obligados a redefinir los deberes y los derechos de los ciudadanos. Porque hoy a la hora de repartir deberes todos tocamos por igual, pero a la hora de repartir derechos no tocamos por igual.
Por lo tanto, tenemos que colocar la cuestión social en una óptica de prioridad, recordando que la nación, en única instancia, somos nosotros, los hombres y las mujeres que vivimos en un espacio geográfico soberano.
Reformulando los derechos de los excluidos (Niños, ancianos, discapacitados)
Reformulando la protección del medio ambiente y los recursos naturales.
Una reforma tiene que incluir la participación como accionador central, estableciendo diferentes formas de participación popular como el referéndum, el plebiscito, el presupuesto participativo, etc.
Un esquema constitucional descentralizador es imprescindible en un estado moderno.
El poder viene del pueblo y al pueblo tiene que volver el poder.
Modificando totalmente todos los ar5ticulos que lo entorpecen y creando los canales de redistribución del poder político y económico.
En este orden concibo un estado con tres esferas de poder y tres niveles de acción.
Tener los Poderes ejecutivo, legislativo y judicial, pero que su accionar se de con autonomía administrativa total, política y económica a nivel nacional, provincial o regional y nivel municipal.
Fortaleciendo nuestras instituciones.
Hay que beber en la fuente de nuestros padres fundadores, que, con su idealismo puro y cristalino, diseñaron un país “libre e independiente de toda potencia extranjera”, donde el poder municipal fuera el más importante de todos, pues entra en contacto directo con el pueblo y sus necesidades.
Es imprescindible elegir una constituyente con la facultad y posibilidad de realizar todos los procesos de consulta y debate sobre la reforma, integrando en
esa discusión democrática a la mayor cantidad de ciudadanos y ciudadanas, logrando así una identificación trascendente entre la Carta Sustantiva y la población.
Que el pueblo pueda decir: Esta es mi Constitución.
No la Constitución que hicieron a la medida los dictadores y los partidos políticos tradicionales en su afán de reelección y lucro.
Una asamblea Constituyente que trabaje en un pre-proyecto de reforma, que después sea llevada a una consulta nacional, para volver a la constituyente y finalmente ser aprobada con el voto no menor de la tercera parte de los ciudadanos y ciudadanas.
Un referéndum que sea a la vez la gran fiesta de la refundación nacional Dominicana.
Un elemento esencial en este “proyecto de nación” es incluir una cláusula que impida su modificación por un tiempo prudencial, para frenar de esta manera, los parches a los cuales es sometido el “pedazo de papel” que hoy tenemos.
Necesitamos despertar al gigante nacional dominicano, que esta dormido, cansado, empolvado, frustrado, decepcionado y creo sinceramente que no hay mejor estímulo para ello, que entre todos y para todos, reformulemos nuestro “proyecto de nación”.
El viejo ideario duartiano.
Los sueños de nuestros próceres originarios.
Aquellos que cabalgaron con lo Dominicano a cuesta, sin ceder ni un ápice en esa búsqueda de lo nuestro, para defenderlo y compartirlo en justa igualdad.
Si lo hacemos de manera transparente y participativa, no como hoy se hacen los acuerdos, en excluyentes diálogos de grupos de elites de poder económico y político.
De seguro tendremos una nación consciente, rejuvenecida y dispuesta a lograr todas las metas que, en el nuevo proyecto de nación, el pueblo mismo se dará.
Creo fervientemente que la faena refundadora de Dominicana es impostergable y necesaria, pero no podemos permitir que se haga al antojo de grupos que quieren una nación a su medida.
Sino una nación a la medida de todos, para que se cumpla la sentencia bíblica escrita por San Pablo en la 2da Carta a los Corintios, capitulo 8, versículo 15: “Que al que tenga mucho no le sobre y al que tenga poco no le falte «.
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ramon leonardo cantautor de la patria.