Por Alexander Pérez
Hay que aquilatar la dimensión de lo que está pasando en el mundo, que dijo Enrique iglesias; “no es una época de cambio, sino un cambio de época”.
Este proceso, que en nada se parece o se puede comparar con la llamada: “Guerra Fría”, es una profunda transformación que, más se siente en el avance tecnológico, pero que tendrá serias
repercusiones en lo económico, político, militar y probablemente, hasta en la geografía de algunas zonas del mundo.
Este nuevo orden global ha llevado a la creación de un organismo de contrapeso al G7, que es el BRICS, integrado por China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, naciones que suman el 43% de la población mundial, y el 25% del PIB De acuerdo al presidente Vladimir Putin, este organismo marca una quiebra irreversible y denitiva con Estados Unidos, Unión Europea, Canadá, Australia, Japón y otros.
Los países que integran el G7 apenas representan el 10% de la población mundial. Sin embargo, tienen un peso económico del 46% del PIB global.
Ahora bien, ¿será posible esta rotura entre los países que integran ambos bloques, a la luz de la
interdependencia global que predomina hoy?, la invasión a Ucrania ha puesto al desnudo la dependencia estratégica que tiene Europa de la energía de Rusia, y las consecuencias que podría pagar en caso que trate de desconectarse en forma inmediata.
Pero al mismo tiempo, la dependencia de China del comercio global ha sido la clave para su fuerte
posicionamiento en 30 años. Es la factoría mundial que convierte insumos importados en bienes de
consumo y de capital exportables.
Desde la administración Obama, EE.UU. busca pacicar el Medio Oriente con mecanismos no militares, como forma de marcar su retirada de esa zona que se considera “foco perturbador del mundo”, en virtud que, a través de esquistos o fracking, tiene recursos energéticos (gas natural y petróleo) sucientes para cubrir sus necesidades internas, y hasta para la exportación.
De esta forma, produciría a menor costo, y podría repatriar, o llevar a sus vecinos más cercanos, algunas de sus estructuras de producción que había trasladado a china. Esta estrategia se había atrasado porque fue abortada por el ex presidente Donald Trump, junto con el Acuerdo Transpacíco de Cooperación Económica.
Decisión por la cual fue sacado de la Casa Blanca.