La energía eléctrica es la que hace funcionar las fábricas y permite disfrutar de un ambiente confortable mediante la calefacción o el aire acondicionado. Casi toda la energía que se utiliza tiene su origen en el sol en forma de radiación electromagnética, proporcionando la luz y el calor que hacen posible la vida en nuestro planeta.
Las fuentes de energías renovables, como el sol, el viento y el agua, son las que tenemos de manera permanente y son inagotables, a diferencia de las no renovables, como el petróleo y el carbón.
Entre los tipos de energías renovables están: la hidráulica, que se obtiene de los ríos y corrientes de agua dulce; la eólica, que no contamina ni erosiona el entorno, y se obtiene del viento; la solar, del sol; y la biomasa/biogás, que se extrae de la materia orgánica.
Las energías renovables generan menos contaminación que las no renovables, por consiguiente los efectos nocivos para la salud de la población y el medio ambiente a causa de la contaminación son prácticamente nulos, reducen la huella de carbono, no se agotarán por provenir de fuentes ilimitadas y la emisión de gases.
Mientras que el carbón es la fuente de energía más contaminante al producir desechos y contaminación en cada etapa del proceso de producción de energía afectando la capa de ozono.
En cuanto al gas natural, el mismo es una fuente de energía fósil, igual que el carbón y el petróleo, siendo una mezcla de hidrocarburos y moléculas formadas por átomos de carbono e hidrógeno.
El pasado 25 de octubre, fue publicado en el diario español El País, un interesante escrito firmado por María Mónica Monsalve S. intitulado “No, a América Latina no le conviene invertir en gas natural (pese a la guerra de Ucrania)”. Recomienda las energías renovables como una mejor opción con los beneficios y la reducción de las emisiones.
Indica que el gas natural genera metano, uno de los gases que más incide en el cambio climático, por lo que no es una inversión ideal para la región.
El reporte presenta tres alternativas. La primera, que se continúe con la tendencia energética actual, incluyendo plantas a carbón y petróleo; la segunda, que se priorice el gas natural; y la tercera, que prevalezcan las energías renovables para garantizar la demanda eléctrica, teniendo en cuenta los criterios económicos, la generación de empleos y la reducción de emisiones.
La Agencia Internacional de la Energía advirtió el año pasado que si el mundo quiere tener 50% de posibilidad de limitar el aumento de la temperatura a 1.5 °C para finales del siglo, como busca el “Acuerdo de París”, no se deben extraer más combustibles fósiles. Y aclara que eso no quiere decir detener lo que hay, sino de no generar más capacidad.
Finalizando con el diario El País, en Europa ya tienen planes para desconectarse de los combustibles fósiles muy fuertes y no pasará mucho tiempo para que dejen el gas.
Bajo el paraguas de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en New York (1992), se crean las estrategias para combatir el cambio climático, refrendadas con el Acuerdo de París (2015).
En este mes de noviembre 2022, se celebró en Egipto “la Conferencia Climática de la ONU” ( COP27), que integra los países signatarios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático ( CMNUCC), un tratado internacional para responder a la crisis climática, del cual República Dominicana es signataria.
La delegación dominicana que participó en COP 27, según los medios de prensa, tuvo en su agenda: las energías renovables, la reforestación, así como la preservación y protección de los parques nacionales y del agua.
Planteó un enfoque regional para la adaptación al cambio climático, solicitando el financiamiento para lograrla, sobre todo en el cambio de la estructura productiva, de consumo, y cómo disponer los residuos que generan esos procesos, lo que implica grandes inversiones, y se traduce en cambiar la forma de organizarnos para producir y consumir.
Desde el Estado y el hogar hay que crear conciencia ecológica, desde la infancia, sobre el cuidado del ecosistema (foresta, ríos, etc.), difundiendo modelos locales dignos de imitar, como el “Plan Sierra”, y erradicando hábitos nocivos, como tirar basura en las calles y arrojar plásticos al mar, con sanciones drásticas a las industrias que violan las leyes medioambientales.
El aumento catastrófico de la temperatura global, no es un mito. Las olas de calor y los efectos meteorológicos inusuales, son una realidad que hay que enfrentar para evitar la desaparición de la vida del planeta, complementando con la correcta gestión de la energía, el agua y los alimentos.