Los Sixers se imponen a los Jazz gracias a los 59 puntos de Embiid, 26 de ellos en el último cuarto. Exhibición total del pívot camerunés.
Hay noches que quedarán para siempre en la retina de los aficionados. Actuaciones individuales sin parangón que marcan un antes y un después en la carrera de un jugador, le elevan durante unos instantes a lo más alto de la NBA y especulan sobre quién podría llegar a ser. Momentos en los que todos los ojos están puestos en una sola persona por ser capaz de hacer, simplemente, lo que el resto de mortales no pueden hacer: llegar más lejos, saltar más alto, correr más rápido. Anotar más puntos. Ignorar las dobles o las triples defensas. En definitiva, ser el mejor. Una noche de esas ha tenido Joel Embiid, líder y estrella de los Sixers. El pívot camerunés, en el mejor partido de su carrera, ha acabado con los Jazz con 59 puntos, 11 rebotes, 8 asistencias, 1 robo y 7 tapones. Una noche de esas que no olvidaremos. Un encuentro en el que lo único que importaba era él.
La exhibición de Embiid tiene valor doble: da la segunda victoria consecutiva a unos Sixers necesitados de ellas (7-7 ahora), lo hace sin James Harden, lesionado; y, sobre todo, ante unos Jazz que son la revelación y uno de los mejores de la NBA, al menos por ahora. Y hay más: Embiid anotó 26 puntos sólo en el último cuarto, en el que además añadió 3 rebotes y 5 tapones. El único que anotó en ese periodo además del pívot fue Danuel House Jr., que se fue a… 1 punto. Fue a menos de 7 minutos del final, para poner el 92-90 en el marcador. A partir de ahí, los últimos 13 puntos fueron de Embiid, que luchó contra un Lauri Markkanen que se puso muy serio sin suerte y convirtió en nada las ayudas que intentaba el equipo de Will Hardy, esta vez sin soluciones ante una mole a la que le daba igual qué fuera lo que se le pusiera por delante.
Más. Embiid lanzó con un 19 de 28 en tiros de campo, 1 de 5 en triples y 20 de 24 en tiros libres. En su espectacular último periodo, el mejor de todos, convirtió 7 de 8, con 12 de 15 desde la personal. Y consiguió ser una figura imponente en la zona para frenar el ataque de los Jazz, especular con el cuádruple-doble (se quedó a 2 asistencias y 3 tapones de conseguirlo) y asegurar el balón en los últimos 12 minutos, sin cometer en ese tiempo ninguna pérdida, paliando así las 5 que había sumado anteriormente. Embiid sacó 41 puntos de diferencia a Tyrrese Maxey, segundo máximo anotador de los Sixers con 18 (8 de 24 en tiros) y único además del camerunés que consiguió dobles dígitos en anotación. Los 18 de Malik Beasley también fueron el tope de los Jazz, que no pudieron hacer nada para frenar la sangría de un pívot que parecía estar en todas partes y contra el que no tuvieron respuesta.
Y más. Embiid pudo anotar más de 60 tantos, pero no lo hizo. Atrapó el último rebote del partido y puso rumbo a campo contrario, pero se frenó siguiendo esa regla no escrita que dice que, si la ventaja es suficiente (con el definitivo 105-98 en el luminoso, lo era) el último ataque no se realiza. Maxey pidió airadamente a Embiid que fuera a por los 60, pero el pívot ya tenía en sus manos la mejor anotación de su carrera y no quiso aumentar una cifra que será capaz de mejorar en el futuro. Anotó el 56% de los puntos de los Sixers, que se fueron a un +25 con él en pista. Y se convirtió en el único jugador de la NBA con al menos 50-10-5-5. 101 puntos combinados en las dos últimas victorias, ante Hawks y Jazz. Y 12 puntos más de los que lleva en total Ben Simmons… en toda la temporada. Son solo algunos datos extra de la mejor actuación individual que hemos visto en lo que llevamos de temporada, una de las más grandes del siglo XXI y probablemente, la mejor de los Sixers desde la retirada de Allen Iverson. Casi nada.