La guerra fría y sus combates ideológicos revivieron. Lo demuestra el affaire de renunciantes de la Academia de Historia, indignados porque es miembro Ramiro Matos, general retirado, difamado como asesino, desnudando la hipocresía de politiquitos izquierdistas sin votos que no admiten que sueñan que seamos otra Cuba.
Uno, confeso castrochavista, me elogia así: “Báez Guerrero, a quien literalmente nadie lee y sólo escribe para halagar ricachones, poderosos, tutumpotes y ultraderecha, le tira a todo el mundo por el escándalo en la Academia. Lo importante es que al defender a Ramiro no puede negar que sea un asesino”. Invertir la responsabilidad de la prueba, con alegatos sin fundamento legal, es un sofisma típico de comunistas.
Dios me libró del virus marxista a diferencia de Matías Bosch, Minou Tavárez y compartes. Defiendo transparentemente ideas de centroderecha, el imperio de la ley y debido proceso, las libertades públicas, la democracia republicana y la libre empresa, sin agenda oculta como estos reperperosos y sus secuaces, que aprovechan las libertades que negarían para agitar. ¿Por qué no admiten claramente qué persiguen? ¡Hipócritas!