Vivir en paz es cada día más difícil en este mundo convulso, pero no imposible. Por eso, es importante hacer ingentes esfuerzos para alcanzar; para mantener concordia entre las personas, comunidades, naciones…, obtenerla constituye un gran reto, pero vale la pena asumir y conquistar. Porque ella es un valor y derecho propio de las personas y naciones que deseamos tener un entorno seguro y sano; un medio ambiente sostenible, por tanto, nos oponemos a vulneración de derechos inherentes.
No basta con hablar de paz, sino que debemos creer en ella, es la recomendación que nos hizo la defensora de las libertades públicas, Eleanor Roosevelt. Hoy es imperioso entender esta premisa y ejercitar acciones cónsonas con ella, porque la cultura de la paz se centra en transmitir, sembrar en todos los ámbitos de nuestras vida, valores, actitudes y comportamientos, que rechazan violencia y previenen conflictos.
Esto así, porque la cultura de paz rechaza toda forma de violencia: física, sexual, psicológica, económica y social, aporta a la adquisición de un mundo más justo, solidario, participativo, digno, armonioso, con seguridad humana, libre de conflictos y corrupción. Promueve respeto por la vida animal, vegetal y la preservación del planeta, todos estos aspectos para alcanzar el desarrollo pleno de las naciones. Todos estos valores y derechos fundamentales de los seres humanos.
Es por ello, que es imperativo fomentar desde el hogar educación para vivir en paz, respetar, difundir empatía, compartir valores, evitar violencia, feminicidio y crímenes conductuales, porque los crímenes pasionales no existen, como bien nos apunta el reconocido doctor en Psicología y Ciencias de la Salud, Luis Vergés. Pero para alcanzarla debemos accionar, caminar todos y todas juntos o nunca la encontraremos, afirmó el cientista Benjamin Franklin.
“La paz comienza con una sonrisa”, aseguró Santa Teresa de Calcuta, la monja católica que fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad y que sirvió desde ella a gran parte de la población vulnerable de nuestro planeta. Como podemos ver, conseguimos paz ejercitando acciones mínimas, pero significativas que conducen a avenencias entre las personas, mediante las libertades de pensamiento, opinión, expresión, conciencia y religión; derecho a la justicia, a la verdad y a la reparación efectiva ante violaciones de los derechos humanos.
En ese sentido, la declaración y programa de acción de Cultura de Paz, con énfasis en la Carta de las Naciones Unidas, la constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, reconoce que la paz no es solo la ausencia de conflictos, sino, un proceso destinado a la solución de estos. Nuestro hogar es la plataforma primaria y esencial para fortalecer esta cultura, formar a hombres y mujeres amantes de la paz.
En la República Dominicana, procuramos paz, somos gente noble, sencilla, alegre, empática, que exhibe en su trato y relaciones interpersonales, los regalos con que le dotó la naturaleza al ser parte del Caribe, pero necesariamente hay que hacer mayor énfasis en la búsqueda.
Gracias al ingenio de magnos artistas, tenemos hasta un himno con el que desde los años 80 se han hecho aportes a la cultura de paz. Somos amantes de la paz, escrito por nuestros virtuosos José Antonio Rodríguez y Víctor Víctor, describen lo que buscamos y hoy tanto necesitamos. “…somos amantes de la paz, somos ejemplo de amistad, somos la solidaridad, somos lo nuevo para un mundo nuevo. Queremos destruir la envidia, la desgracia y los temores, la arrogancia. Queremos construir en base firme de amor. No queremos más héroes que mueran por la paz. En nombre de la paz, ¡queremos vivir en paz! …”.
Acuñemos estos valores y ejercitémoslo ¡la patria lo implora, la presente y futura generación lo necesita! Hacemos grandes aportes a esta cultura tan necesaria, cuando la promovemos mediante la educación de hogar y sistemática, con acciones formativas concretas, que fomenten su aprendizaje y ejercicio. También, cuando suscitamos desarrollo económico y social sustentable; respeto de todos los derechos humanos; se garantiza la igualdad entre mujeres y hombres; participación democrática; comprensión, tolerancia y solidaridad…
En esta Era de la Información, tiempo en que, se realizan campañas publicitarias de tantos temas, algunos incluso, de poca importancia, no se entiende como entre las políticas públicas que accionan las naciones, no conciben mantener con frecuencia spot, cuñas, littering publicitario, infomerciales, en fin, materiales comunicacionales educativos… que fomenten valores como la solidaridad…, y aviven la cultura de paz.
«La libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana», consagra la Declaración Universal de los Derechos Humanos. De igual forma, la Declaración de la paz, llama a todos los Estados y organizaciones asegurar por todos los medios el ejercicio del derecho de los pueblos a la paz mediante la adopción de medidas pertinentes, esto es acertadas y oportunas. ¿Te comprometes a hacer tu aporte?
Hasta pronto.
La autora reside en Santo Domingo
Es educadora, periodista, abogada y locutora.