Lonnie Walker IV pasa de jugar los minutos de la basura a firmar uno de los mejores finales de partido de la temporada con 15 puntos
Los Ángeles Lakers están a una victoria de regresar a su hábitat natural. El de pelear por ganar la Conferecia Oeste y soñar con el anillo de campeón, en un ejercicio de reinvención, comparando el equipo que inició la temporada con el actual, del más alto nivel. El tercer triunfo ante los campeones Golden State Warriors (104-101) deja al borde del abismo a la franquicia más ganadora de la era reciente y relanza a unos Lakers que se agarraron a un inesperado plan en el último periodo.
Era lo que faltaba a los oro y púrpura. Ampliar rotación, que los menos habituales sean decisivos. Así se entendió que Lonnie Walker IV, un jugador de físico espectacular pero reducido a los minutos de la basura, acaparase los focos. Entró tras el mejor momento de los Warriors dirigidos por Curry y sus tres primeros tiros entraron. Sumó robo, energía y colocó a los Lakers al mando (86-88, 40′).
Siguió asumiendo, con dos tiros desde la media distancia para mantener el ritmo. «The Lonnie Walker Game», gritaban en la televisión estadounidense. Y aunque Curry clavó otra bandeja, no pudo empatar el partido. Anthony Davis, el probablemente mejor defensor del mundo en Playoffs, se emparejó con el base y no permitió su avance. Los Lakers ganaban.
«No ganaríamos sin él. Eso seguro», dijo LeBron James. «Cuando llaman mi número, me concentro todo el tiempo», explicó Walker. Cerró con 15 puntos -todos en el último cuarto-, 2 robos, 6/9 en el tiro y 2/2 en el tiro libre (en el momento decisivo). Los Warriors metieron sólo 17 en el último periodo, dejando estéril el recital fabuloso de Curry, con 31 puntos, 10 rebotes y 14 asistencias.
Los Lakers, en los que también brillaron LeBron James (27+9+6), Anthony Davis (23+14) o Austin Reaves (21), a las puertas de volver a pelear por todo en la NBA. Son élite en defensa, LeBron y Davis son decisivos y los secundarios vienen para quedarse. El oro y púrpura vuelve a la moda.