Palestinos obligados a desplazamientos masivos
Por: Claudia Fernández
24 horas estableció el gobierno israelí para que más de un millón de palestinos abandonen el norte de la franja de Gaza. Un holocausto, pues en caso de no poder hacer la evacuación, millones perecerán bajo la artillería israelí, que ha concentrado en este pedazo de franja más de cien mil soldados para iniciar una contraofensiva jamás vista.
La finalidad, “borrar de la faz de la Tierra esta cosa llamada Hamás”, como expresó Benny Gantz, exministro de Defensa, opositor y hoy aliado de Netanyahu en la cruzada para eliminar al grupo de resistencia que este fin de semana realizó la mayor incursión militar a territorio israelí.
El juego de ajedrez internacional se coloca a ley del jaque mate con las incursiones israelíes dentro de la franja de Gaza, iniciadas el pasado sábado 14 y que continúan de manera initerrumpida ante los ojos indiferentes de la ONU, y que sobrecogen de terror a todos los habitantes del planeta en que vivimos, con un ingrediente extra.
La rivalidad secular entre los dos principales grupos palestinos, Al-Fatah y Hamas, uno y otro apoyados por las ciegas ambiciones de poder y gloria de las grandes potencias. Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Canadá, acuden como meros espectadores pasivos a una masacre sin nombre, que para unos es asunto de supervivencia y para los otros, cuestión de reconocimiento estatal.
Lo cierto es que hoy día, la balanza se inclina por uno de los descendientes de Noé, los semitas, los que dieron origen tanto a judíos como árabes y palestinos, que al final, son lo mismo, por obra y gracia del patriarca Abraham, hago recuento bíblico, quien desde su natal Ur, ubicado en Caldea, se trasladó a las fértiles tierras del valle del Jordán.
Abraham tuvo dos hijos, uno de su esclava Agar y el otro de su esposa Sara, Ismael e Isaac, creando las primeras fricciones históricas del territorio Israel-Palestina.
El juego se centra hoy en quiénes mueven los hilos ocultos de esta historia ancestral y secular, en la que entran intereses de poder, intereses económicos, intereses territoriales.
La religión es un accesorio más para un genocidio post modernista sin razón, olvidando esas mismas naciones que hoy se erigen a favor de uno u otro bando en pugna, el terrible holocausto de la Segunda Guerra Mundial.
¿Qué espera a israelíes y a árabe-palestinos? Más muerte, más dolor, mientras los grandes continúan lucrando a costa de sangre entre hermanos.