Santo Domingo.- A pocos días de que la República Dominicana fuera destrozada por fuertes aguaceros ocasionados por un disturbio tropical, que ha dejado casi 30 personas fallecidas y cientos de casas destruidas, y que las pasadas autoridades y las presente se acusan por los daños, la realidad es que este fenómeno ha dejado un trago amargo en la población y especialmente en las familias que han perdido su seres queridos.
A pesar de los daños materiales aún incuantificados, los políticos también continúan su zafras de venderse como humanos, mientras asisten a las zonas desastre cargados de sueños y discursos baratos, todos exhibiendo camisas y tenis caros y con un equipo de producción de televisión, para que quede grabado cada paso que dan por las zonas afectadas.
Entres camisas blancas y tenis caros, los políticos modernos van en auxilio de los afectados por las lluvias, mientras la población continúa esperando la mano solidaria no sólo del gobierno, si no de la clase política dominicana que ha perdido el sentido humano, por las cámaras, las fotos y los micrófonos.
Tanto en la tormenta de fiona, el siniestro de San Cristóbal y en estos disturbios, el show y el dolor dura una semanas, y entre los políticos hacen un aparataje cargado de hipocresía, mientras la población continúa sumergida en la pobreza y la desesperanza.
Además, lo ocurrido estos años consecutivos, quedando al intemperie la falta de planificación urbana al crecimiento de las zonas urbanas y rurales del país, también queda al desnudo la miseria y vicisitudes que vive el pueblo dominicano, mientras la clase gobernante se acusa por pasar por el Estado y no resolver los principales problemas de la población y el actual del gobierno ha dicho que lo sucedido es un problema heredado por la mala construcción del túnel en el 1997, pero la realidad es que hubo pérdidas humanas irreparables.
