A propósito de lamentables crímenes cometidos al medio ambiente, y que ya son una constante en nuestra nación, como la tala de árboles en el santuario ecológico; monumento natural Félix Servio Ducoudray: Las Dunas de las Calderas o Dunas de Baní; un tesoro natural de nuestro Estado. Una reserva científica que como indicamos, cada cierto tiempo es depredada por manos inescrupulosas; cómplices de crímenes, que con su accionar solo buscan el enriquecimiento de particulares en detrimento de la colectividad. El menoscabo de los recursos naturales, que como ya sabemos, son finitos.
De igual forma, el crimen cometido con saña al río Tireo, que hoy languidece hacia su posible muerte, con la que, dejaría a varias poblaciones sin agua, entre ellas, Constanza y La Vega. Su actual deterioro es producto de la acción de malos dominicanos, que no se conformaron con extraer de él de forma ilegal su arena. También deforestaron la cuenca hidrográfica, con lo que, hoy dejaron sin agua a varias provincias y poblaciones, que sufren los embates de esta escasez. Siendo “el agua un patrimonio nacional estratégico de uso público, inalienable, imprescriptible, inembargable y esencial para la vida. Su consumo humano tiene prioridad sobre cualquier otro uso”, cita la Constitución y la Ley 64-00, de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Por eso, creo firmemente que quien no cuida de su patrimonio vital, no debe disfrutarlo.
Lo que ocurre con este afluente se repite con muchos otros de igual importancia para toda la población dominicana. Producto de estas malas acciones, se opacan los esfuerzos que realiza el Estado para salvaguardar derechos medioambientales de las personas; sus ecosistemas naturales, especies y áreas protegidas…
iNo hay conciencia!, la República Dominicana ayer un país, atiborrado de verdor y agua dulce…, hoy sufre grandes pérdidas, ocasionadas por manos criminales, que desde hace años tienen su vista puesta en cada tesoro natural, montaña, ríos, especies animales y vegetales. Las mismas manos que ahora quieren borrar el único sistema semi desértico de la región, de alto valor ecoturístico y medioambiental: Las Dunas de Baní.
Ante estos crímenes al medio ambiente, es preciso recordar que el planeta, y la propia la población, vive una crisis climática debido a los excesos, abusos e infracciones cometidas contra el entorno natural. La industrialización tiene su cuota de culpa, junto a manos depredadoras, de seres sin conciencia, de lo que implica alcanzar bienestar común.
Debido a tanto desliz, hoy afrontamos nuevos desafíos para frenar el calentamiento global, la escasez de agua para consumo humano, animal y vegetal. A sabiendas de que, nuestros Estados procuran hacer frente a este fenómeno y es allí donde encontramos la resiliencia climática, que no solo soporta impactos del cambio climático, sino, que procura apaciguar su incremento.
Es momento de actuar como población, desde el sistema judicial con mayor dureza, perseguir ferozmente y judicializar al infractor: justicia ambiental. Acompañar a las fuerzas de seguridad y defensa de la nación; a las academias, instituciones públicas, asociaciones representativas de la sociedad civil y a los medio ambientalistas, en las acciones de prevención, reducción y eliminación de degradación al medio ambiente.
Ser resilientes al clima, es como país, presentar bajas emisiones de carbono, vigilar en base a normas, las ejecuciones operativas de las industrias; que multinacionales mineras, solo exploten la zona que le ha sido permitida y siempre observen niveles mínimos de contaminación. Además, siempre actuar conforme a la buena norma. En este tema, nuestro país es adelantado, como bien se ha indicado en artículos anteriores. En 2019, aumentó las actividades para formular y aplicar planes nacionales para mejorar la adaptación y la resiliencia frente al cambio climático, en unión a otros 120 Estados.
Es signatario del Acuerdo de París, de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, firmado en 2015, en interés de combatir el cambio climático, acelerar e intensificar las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono. También del Acuerdo de Copenhague, pacto en pro de la naturaleza, que examina, la necesidad de reducir a 2° C el aumento de la temperatura de la tierra.
Hace 26 años suscribió la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), 1998, y en 2001, ratificó el Protocolo de Kioto, con propuesta de contribución nacional: se comprometió junto a otros 32 países industrializado de América Latina y el Caribe, a limitar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Por lo que, en el año 2020, mediante el Decreto 541-20 creó el Sistema Nacional de Medición, Reporte y Verificación de los Gases de Efecto Invernadero.
De igual forma, el Sistema del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero y el Sistema Nacional de Registro de Acciones de Mitigación de Gases de Efecto Invernadero, así como, la Unidad de Registro de Proyectos de Acción Climática y el Sistema Nacional de Registro de Apoyo y Financiamiento para el Cambio Climático. Para contabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero y ejecutar acciones de mitigación para garantizar el financiamiento orientado a impulsar acciones climáticas. Asimismo, desde 2015 acciona el Decreto 269-15, que estableció la Política Nacional de Cambio Climático.
Como se puede identificar ha sido un esfuerzo de décadas, que además, impulsa ejecución operativa de las fuerzas de seguridad y defensa de la nación, de la población y las organizaciones, en apoyo a la preservación de sus recursos naturales. Todo esto, para disfrutar de un ambiente sano y derecho al agua, solo si preservamos el sistema de áreas protegidas; impedimos la constante extracción de metal y minerales de los ríos, como arena y grava. Procuramos saneamiento y rescate de los principales cauces hídricos; preservación de manglares, lomas, parques, saltos, santuarios terrestres y marinos…
Para ello, un gran desafío será ser una sociedad consciente, que cumple deberes con el medio ambiente, y maniobra para que no se produzcan incendios forestales, tala indiscriminada, contaminación de las aguas, pesca ilegal, robo de especies nativas, exóticas y en peligro de extinción…, una población vigilante, comprometida y operativa a favor de la salud del planeta que representa vida en todos los ámbitos.
Porque, también es resiliencia climática, la protección de nuestros cordones verdes o áreas ambientalmente sensibles; la tierra agrícola fértil; reservas de la Biosfera: conservación de la biodiversidad y la actividad humana mediante el uso sostenible de los recursos naturales. Que por cierto, ¿sabes cuántas tiene nuestra nación?
Nos alegra ver qué aún somos un país exclusivo y prodigioso, bañado de naturaleza; lleno de verdor. Pero, ante estos los cambios, que son inevitables,¿cómo debemos actuar para disfrutar de un país con derechos medio ambientales más equitativos y justo?, ¿cómo frenar la mano criminal, para alcanzar un mundo con mayor nivel de bienestar?, ¿estará la respuesta en dejar la visible apatía y usar nuestras energías para salvaguardarlo?
Hasta pronto.
La autora reside en Santo Domingo
Es educadora, periodista, abogada y locutora.