Este 19 de diciembre de 2024, conmemoramos el natalicio del fallecido almirante Rubén Paulino Álvarez, ARD, pasado ministro de Defensa, un faro en las aguas de nuestra historia naval y referente eterno de humildad, honor y sabiduría.
Ese gran nauta fue un maestro insigne, un ejemplo de cómo el temple del mar y el carácter del oficial forjan a un verdadero líder.
Nos enseñó a ser mejores oficiales, familiares y amigos, guiándonos con la misma precisión con la que un buen timonel dirige su embarcación en medio de la tormenta.
Más allá de sus logros y de su impecable desempeño profesional, se destacó por su coherencia. Al retornar a la vida civil, nunca buscó volver al poder sacrificando sus principios.
Con la calma y firmeza que lo caracterizaban, siempre decía:
“Si el Presidente entrante, que me conoce, necesita de mis servicios, él sabe en la bahía donde estoy fondeado al servicio de mi país”.
Una afirmación que resuena con la esencia del verdadero militar: servicio, honor y compromiso con la patria por encima de todo.
Su ejemplo, como un ancla firme, nos recuerda que la disciplina y el respeto son el grillete que une a todas las Armadas del mundo y el escudo que protege nuestra profesión honorable.
En estas navidades, rindamos tributo a su memoria y renovemos nuestro compromiso con los valores que él defendió: el respeto a los símbolos y a las tradiciones navales, y nunca olvidar la subordinación al poder civil legalmente constituido, sin ceder un ápice de la insustituible dignidad.
Como él lo afirmó, la Armada es una cadena, y cada uno de nosotros es un eslabón. No permitamos que se rompa, pues nuestra fuerza naval siempre debe constituir un orgullo nacional.
Desde su puente de mando eterno, el almirante Rubén Paulino Álvarez continúa iluminándonos. Sigamos su ejemplo porque servir a la Armada, activo o en retiro, es servir a nuestro país, una responsabilidad sagrada y un propósito sin igual.
¡Honor y gloria eterna al almirante de almirantes Rubén Paulino Álvarez!