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Cápsula Naval

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Hoy conmemoramos el 104º aniversario del natalicio del almirante Luis Homero Lajara Burgos, quien dejó un legado de honor y principios que marcaron mi carrera naval. En este día, quiero evocar un episodio que enfrenté en diciembre de 1988, mientras era jefe de estudios en la Academia Naval, y que definió mi camino en la institución.

Fui llamado al despacho del Jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra, quien me ordenó revisar los promedios académicos de los guardiamarinas próximos a graduarse, señalando al guardiamarina De Castro Mueses como el número uno del departamento de máquinas. Sin embargo, los cálculos de los promedios indicaban claramente que el guardiamarina Ventura Francisco ocupaba esa posición.

Tras insistir en mi revisión, fui citado nuevamente al día siguiente para confirmar la información.

Esa noche, antes de presentarme nuevamente ante el Jefe, busqué el consejo de mi padre. Con su sabiduría y temple característico, me dijo: “Esta es tu primera prueba de fuego. Elige entre ser uno más del montón o trazar la línea de Pizarro. Si caes, que sea con la frente en alto.”

Al día siguiente, me presenté ante el Jefe de Estado Mayor y, con respeto y firmeza, confirmé que Ventura Francisco era el legítimo número uno según los cálculos revisados. Mi respuesta no fue bien recibida, pero el guardiamarina fue reconocido con justicia durante la ceremonia de graduación.

Al finalizar la graduación , fui designado como comandante del guardacostas Luperón GC-110, surto en Boca de Yuma, donde permanecí durante nueve meses. Posteriormente, fui transferido al fondeadero de isla Beata, con  Cabo Rojo como estación de servicio .

Ambas experiencias marcaron un hito en mi formación como oficial naval que me permitieron desarrollar habilidades fundamentales para conocer la vida en los barcos; la importancia de  una flota y su listeza operacional y del bienestar del marino.

Años más tarde, al asumir el cargo de Comandante General de la Armada en 2009, comprendí plenamente cómo este episodio moldeó mi carácter y mi visión de liderazgo. Hoy reafirmo que las decisiones difíciles, guiadas por principios de honor y justicia, son las que trazan el camino hacia un comando  ético y digno, a la altura de los desafíos que enfrenta nuestra institución.

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