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Lo que debe ser el Ministerio de Cultura en el gobierno del cambio y en cualquier gobierno

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Por Danilo Ginebra

El Ministerio de Cultura de la República Dominicana, bajo la administración del presidente Luis Abinader y su denominado «gobierno del cambio», enfrenta una situación crítica. La vacante del ministro en este sector ha generado una creciente preocupación, pues su falta de liderazgo y dirección en las políticas culturales se hace evidente. Los nombramientos ministeriales cuestionables y las gestiones de las últimas dos ministras han carecido de visión en cuanto a la importancia del arte y la cultura en el país y en un gobierno que se presenta como el de la transformación.

Ambas gestiones se han caracterizado por la ausencia de propuestas innovadoras y la falta de proyectos significativos que marquen la diferencia frente a los gobiernos anteriores. Las designaciones parecieran haber perpetuado un enfoque burocrático que no responde a las necesidades del sector cultural ni a las expectativas de los artistas y creadores dominicanos.

El impacto en los artistas y la cultura nacional

Esta inacción afecta directamente a los artistas y creadores locales, como escritores, pintores, actores, cantantes, músicos, y demás profesionales de la cultura. A pesar de sus esfuerzos, se enfrentan a las mismas limitaciones estructurales y a la falta de apoyo estatal. Los funcionarios del Ministerio suelen justificar la parálisis por insuficiencia presupuestaria, pero la realidad es que la gestión de los recursos existentes también deja mucho que desear.

Es absolutamente incompatible que en la nómina actual del Ministerio de Cultura haya más funcionarios que artistas y gestores culturales comprometidos con el desarrollo real de nuestro sector. Un ministerio de cultura debe priorizar a quienes viven y promueven la cultura, no a un excesivo número de burócratas que no aportan valor directo a los artistas y a la creatividad nacional.

En contraste, instituciones como Casa de Teatro han demostrado que, con visión y compromiso, es posible fomentar la cultura y apoyar a los jóvenes talentos.

El verdadero papel de un Ministerio de Cultura

Un Ministerio de Cultura debe ser una entidad gubernamental encargada de diseñar, implementar y evaluar políticas culturales que promuevan y protejan la cultura en todas sus formas, garantizando que todos los ciudadanos puedan acceder a ella. Entre sus principales funciones se incluyen:

1. Formulación de políticas culturales: Crear políticas inclusivas que impulsen el desarrollo cultural y protejan el patrimonio.

2. Gestión de recursos culturales: Administrar eficazmente los recursos económicos y humanos para la cultura, asegurando su uso eficiente y transparente.

3. Protección del patrimonio cultural: Preservar tanto el patrimonio material como el inmaterial, como monumentos, tradiciones y costumbres.

4. Promoción de la creación cultural: Apoyar a las artes, fomentando la investigación y la innovación en disciplinas como las artes visuales, la música, la literatura y el cine.

5. Difusión de la cultura: Facilitar el acceso a la cultura a través de eventos y programas educativos.

6. Cooperación cultural: Establecer alianzas con otros países y organismos internacionales para promover la cultura nacional en el exterior.

Adicionalmente, el Ministerio debe regular actividades culturales, promover la educación artística, apoyar la investigación cultural y combatir el tráfico ilícito de bienes culturales.

En resumen, un Ministerio de Cultura eficiente es esencial para el desarrollo cultural del país, asegurando que la cultura sea un derecho para todos y un motor de cohesión social y progreso. Es urgente que definamos el Ministerio de Cultura que queremos y procedamos a una reestructuración inmediata, con un líder que entienda la importancia del arte y la cultura en nuestro contexto nacional.

La necesidad de reestructuración y profesionalización

Es imperativo que el Ministerio de Cultura se someta a una profunda reestructuración. Se deben eliminar los numerosos cargos  innecesarios, muchos de los cuales carecen de experiencia o compromiso con el desarrollo cultural. También es necesario evaluar a los funcionarios de larga data que no han demostrado productividad. De no cumplir con las expectativas, deberían ser jubilados, dando paso a nuevos talentos con ideas frescas y entusiasmo.

Un ministerio eficiente no requiere solamente mayores recursos económicos; necesita un equipo capacitado, comprometido y motivado. Erradicar el clientelismo es clave para garantizar una gestión orientada al bienestar de la cultura, los artistas y el pueblo dominicano.

Nuestra riqueza cultural: un potencial desaprovechado

La República Dominicana posee un patrimonio cultural invaluable, resultado de una rica herencia taína, africana y española, que se manifiesta en monumentos históricos y tradiciones que nos representan en el mundo, como el merengue y la bachata, símbolos de nuestra identidad. Sin embargo, la falta de políticas públicas integrales para proteger, promover y proyectar estas riquezas limita su impacto y alcance.

Países como México y Colombia han demostrado que una inversión estratégica en cultura puede ser un motor de desarrollo económico y social. La cultura fomenta el turismo, fortalece las industrias creativas y mejora las condiciones de vida de los artistas. ¿Por qué no aspirar a lo mismo en República Dominicana?

¿Hacia dónde vamos?

Señor presidente, ¿dónde queda el compromiso con la cultura como herramienta de desarrollo y cohesión social? Las decisiones tomadas hasta ahora muestran un preocupante desinterés por el valor cultural del país y por quienes luchan por preservarlo.

Aún más preocupante es el rumor de que el próximo titular del Ministerio podría ser una figura del entretenimiento, como Robertico Salcedo. Nombrar a alguien sin el perfil adecuado sería un golpe mortal al ya debilitado Ministerio de Cultura.

Propuestas para un verdadero cambio

Repensar la estructura y la dirección del Ministerio de Cultura es urgente. Propongo algunas acciones clave:

1. Crear un Plan Nacional de Cultura con metas claras, medibles y alineadas con las necesidades del país.

2. Revisar la nómina y el presupuesto cultural, asegurando que cada recurso se utilice de manera eficiente y fiscalizada.

3. Establecer mesas de diálogo con artistas, gestores culturales e intelectuales para identificar prioridades comunes.

4. Proyectar el patrimonio cultural dominicano a nivel internacional mediante eventos y alianzas estratégicas.

5. Designar líderes competentes, con experiencia y vocación de servicio, capaces de impulsar un verdadero cambio en el sector cultural.

Un llamado a la acción colectiva

La cultura no es un lujo, es la columna vertebral de una sociedad próspera. Como dominicanos, debemos exigir que se tomen decisiones políticas que reconozcan el valor fundamental de la cultura en todos los aspectos de la vida nacional. No debe ser un tema relegado a un segundo plano, sino una prioridad en el desarrollo económico, social y emocional del país.

Es hora de que todos, desde los artistas hasta los ciudadanos, nos unamos para exigir un Ministerio de Cultura fuerte, con visión y capacidad de transformar nuestra nación. Este es un llamado a la acción colectiva: las decisiones que tomemos hoy marcarán el legado cultural que dejaremos a las futuras generaciones.

Señor presidente, la República Dominicana merece un Ministerio de Cultura que esté a la altura de su historia, su gente y su potencial. Aún estamos a tiempo de rectificar y priorizar lo que realmente importa. La cultura es la fuerza que puede guiarnos hacia el futuro, y es hora de que le demos el lugar que merece.

Relanzar el Ministerio de Cultura

No necesitamos más presupuesto, sino un cambio de enfoque. Con la visión que planteamos, es posible que, en pocos meses, veamos resultados tangibles que demuestren el impacto positivo de un Ministerio de Cultura revitalizado. Solo hace falta un liderazgo comprometido y una gestión estratégica de los recursos para lograrlo. Este es el momento de dar el paso hacia un Ministerio de Cultura que sea verdaderamente un motor de cambio para la República Dominicana.

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