Cápsula Naval

En la bitácora de esta travesía llamada Semana Mayor, el Sábado Santo representa la calma solemne en medio de mares agitados.

No es puerto de fiesta ni de estridencias, sino fondeadero de recogimiento y prudencia. Es el día del gran silencio, cuando la tripulación aguarda —con respeto y fe— la promesa de la resurrección.

La tradición cristiana del pueblo dominicano, arraigada en su cultura y su historia, navega hoy en paralelo con el respeto absoluto a las demás creencias que comparten esta patria de velas diversas. 

La libertad de culto es también parte del timón moral que guía la convivencia en aguas democráticas.

En este sábado de gloria contenida, la prudencia es brújula y la mesura, vela mayor. 

Tras la tormenta que azotó la nación el pasado lunes y cuyas olas aún golpean la sensibilidad colectiva, no se necesita más duelo. 

Que este día sea bálsamo y no herida, oración y no desvarío, respeto y no ruido.

A todos los navegantes de esta nación: que finalicen la Semana Santa con serenidad, sin perder el rumbo del buen juicio. 

El alma nacional aún está reparando su casco. Que no se le añadan más grietas por imprudencias evitables.

El mar respeta a quien lo respeta. Y la vida también.

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