Cuando hablamos de salud sexual, la mente gira hacia las enfermedades de transmisión sexual o a la disfunción, pero en realidad es mucho más amplia que eso. Tiene que ver con la capacidad de experimentar el placer y disfrutarlo de forma libre. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como “un estado de bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad; no es simplemente la ausencia de enfermedad, disfunción o padecimiento”.
Por ello, requiere un enfoque positivo y respetuoso de las relaciones íntimas, así como la posibilidad de tener experiencias “placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia». Desde 2010 que cada 4 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Salud Sexual, con el fin de sensibilizar y tomar conciencia sobre la importancia de la educación sexual, los cuidados y los riesgos que existen así como promover el bienestar y los derechos de todos en esta cuestión.
El lema de este año es “Educación sexual para todos/as/es: un puente hacia la salud sexual” “La salud sexual bien entendida tiene que ver con el placer y el disfrute y está apoyada en los derechos sexuales. Cuando nos referimos a ella no hablamos de disfunción ni de enfermedades, sino de poder disfrutar conscientemente de la sexualidad .
Para eso lo más importante es la educación y el trabajo personal que podemos hacer, es decir, cuidar la autoestima, buscar información y tener respeto por el otro”, explicó la sexóloga del Hospital de Clínicas y miembro de comisión directiva de Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), Viviana Wapñarsky, en diálogo con PERFIL. La responsabilidad en las relaciones íntimas también tiene un rol fundamental. “Tenemos que cuidarnos para prevenir. Parte de poder disfrutar de la sexualidad sin duda es vital incluir el preservativo como un hábito y como algo super necesario en cualquier etapa de la vida”, alertó la Wapñarsky.
Es que en las edades más avanzadas a menudo se olvidan de su uso por el hecho de que el embarazo ya no es una posibilidad, pero contraer enfermedades puede suceder en cualquier franja etaria. Cuáles son las ventajas de usar preservativo Para ello son importantes las campañas de concientización (si bien la mayoría está enfocada a público joven), el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) y todos los espacios de educación formal como informal (prensa, talleres o charlas). Otro obstáculo y enemigo del placer son los mitos que aún persisten en la sociedad actual con respecto a este tema. “La realidad es que en la mayor parte de los casos no recibimos educación sexual y tenemos un montón de tabúes, vergüenzas, etc. O sí la tuvimos, pero más referida a las cosas que no hay que hacer, a lo que está prohibido. La enseñanza está más relacionada hacia la procreación”, indicó Francesca Gnecchi, directora de Erotique Pink y comunicadora especializada en temas de sexualidad Humana.
En ese marco, ambas expertas enumeraron las principales claves para tener relaciones íntimas de forma saludable y satisfactoria: Librarse de los tabús y abrirse a nuevas experiencias: vaciar las mochilas que uno tenga con respecto a lo que tiene que ver con cómo fue educado y llenarla de nuevo conocimiento y de otras formas de poder disfrutar plenamente. Animarse a jugar. Autoestima: si uno se quiere y se respeta a sí mismo se siente más cómodo y abierto a jugar y experimentar. Autoconocimiento: explorar el cuerpo de uno a través de la masturbación es fundamental para saber qué gusta y, de ese modo, maximizar el placer en la intimidad con otra persona.
Comunicación: explicar lo que uno desea, siente y necesita incluso en parejas largas porque los gustos y preferencias cambian con la edad y hay que transmitirlo. “No hay que dar nada por sentado, hay que ser más amigos, hablar”, recomendó la sexóloga. Elección sexual: olvidarse de los mandatos sociales y culturales y explorar la sexualidad como uno quiera, dejar de pensar un poco en el qué dirán.
“Esto tiene que ver tanto hacia quien me siento atraído sexualmente como a las prácticas que elijo, de forma consentida, para disfrutar”, indicó Gnecchi. Investigación: ponerse uno del lado del desconocimiento porque es la única forma de poder aprender. Si hay algo que no se sabe, ya sea del cuerpo o de alguna práctica en general, consultar en fuentes confiables, como en talleres sexuales o incluso la consulta con un sexólogo. Consentimiento: parece obvio pero no lo es. En muchos casos dentro de las parejas se insiste a la otra persona para que realice determinadas prácticas que no quería. No hay que convencer, sino buscar puntos en común. Naturalizar la visita al sexólogo: no hace falta esperar a estar enfermo para ir al sexólogo, si bien ese especialista trabaja con la disfunción también ofrece psicoeducación.
“Ante una duda, cuando uno busca un enriquecimiento sexual, conocer de nuevas técnicas de erotismo o incorporar variantes en la intimidad como otras personas o prácticas más jugadas lo mejor es acudir al profesional. Por otro lado, si uno tiene un problema y no lo trata, puede derivar en algo más serio si se deja pasar”, explicó Wapñarsky.