El presidente Juan Manuel Santos y el máximo jefe de las FARC firmarán el lunes un acuerdo de paz que pondrá fin formalmente a más de medio siglo de un conflicto armado en Colombia, un histórico acto para cerrar un capítulo de violencia que dejó miles de víctimas y obstaculizó el potencial económico del país.
Santos y Rodrigo Londoño, alias «Timochenko», el número uno de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se darán la mano por primera vez en suelo del país sudamericano, en el inicio de una etapa que le permitirá a la guerrilla luchar por sus ideales desde la política y dejar la confrontación militar en las selvas y montañas.
El acto marcará el comienzo de la cuenta regresiva para que la guerrilla deje las armas, a más tardar en seis meses, y se convierta en un partido político. La violenta confrontación de 52 años dejó 220.000 muertos y millones de desplazados.
«Estoy de acuerdo con que firmen la paz porque necesitamos acabar la violencia, necesitamos paz para mejorar a Colombia. Todos Unidos en paz vivimos mejor, más felices, con más trabajo», dijo Juan Ensuncho, un vendedor ambulante de 64 años.
En este balneario turístico del Caribe colombiano, donde se firmará el acuerdo, 2.700 efectivos de las Fuerzas Armadas mantienen un dispositivo de seguridad apoyados por sobrevuelos de 29 aviones y helicópteros, además de 13 barcos que patrullan en el mar, dijo el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas.
Francotiradores fueron ubicados en los alrededores de la plaza de armas del Centro de Convenciones donde se firmará el acuerdo, un sitio en el que ondean banderas de Colombia y de los países que estarán representados en el evento.
Unos 2.500 invitados asistirán a la ceremonia, incluidos el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry; el presidente de Cuba, Raúl Castro; el secretario de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon; y víctimas del conflicto.
SIN UNANIMIDAD SOBRE ACUERDO
El acuerdo de paz ha provocado división en la nación sudamericana de casi 49 millones de habitantes, ya que muchos se oponen a que los líderes de las FARC, acusados de haber cometido asesinatos, masacres, secuestros y abusos sexuales, entre otros delitos, tengan la posibilidad de ocupar cargos políticos.
Sin embargo, el pacto establece que los jefes guerrilleros deberán confesar todos sus crímenes ante un tribunal especial y tener una pena privativa de la libertad de hasta ocho años, antes de poder desempeñar funciones políticas.
El acuerdo aún debe ser ratificado en un plebiscito 2 de octubre, pero las encuestas anticipan que será aprobado.
Antes de la firma, Santos pidió a los colombianos apropiarse de la paz. «Este objetivo ha sido muy difícil, pero finalmente lo logramos, es un logro de todos los colombianos, esta paz no es mía, no es ni siquiera de mi Gobierno», aseguró.
Aunque la mayoría de los colombianos se declara preocupada por la reinserción a la sociedad de 7.000 combatientes de las FARC y por lo menos un número igual de colaboradores, son optimistas respecto a que la paz permitirá mejorar la seguridad en apartadas zonas rurales abandonadas por el conflicto e impulsar el desarrollo de la cuarta economía de América Latina.
El acuerdo, plasmado en un texto de 297 páginas, incluye complejos temas como el acceso a la tierra para los campesinos pobres, la lucha contra el narcotráfico, justicia, víctimas, desminado y la implementación de los pactos.
Pero la firma del acuerdo con las FARC no garantiza el fin de la violencia en Colombia. Las conversaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se encuentran estancadas, mientras el Gobierno combate a las bandas formadas por antiguos paramilitares de ultraderecha implicadas en el narcotráfico, considerado el principal combustible del conflicto.
Colombia preparada firmar histórico acuerdo de paz con las FARC
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