En los pacientes epilépticos, los ataques llevan a una cantidad superior de proteínas relacionadas con la inflamación, llamadas quimioquinas, en el cerebro, y la inflamación sistémica probablemente ayuda a promover y desencadenar la repetición de los ataques, lo que convierte a esta en un prometedor nuevo blanco para las terapias anticonvulsivas.
Las evidencias más recientes sobre una quimioquina concreta de interés, CCL2, y su papel potencial en la epilepsia humana, son objeto de análisis en un estudio realizado por el equipo de Yuri Bozzi, del Consejo Nacional italiano de Investigación en Pisa, y Matteo Caleo, de la Universidad de Trento en Italia.
Lo descubierto por los investigadores sugiere que ciertos fármacos ya disponibles para varias enfermedades humanas que interfieren con la señalización de CCL2 podrían ser efectivos para el tratamiento de casos de epilepsia que no se pueden mantener a raya con las terapias actuales.
Otra investigación reciente es la llevada a cabo por el equipo de Marc Goodfellow y John Terry, de la Universidad de Exeter. Estos científicos han desarrollado una nueva técnica capaz de identificar las regiones concretas del cerebro que desencadenan los ataques en personas con epilepsia. Esto podría revolucionar su tratamiento quirúrgico.
La nueva técnica está diseñada para ayudar a cirujanos y neurólogos a medir la contribución relativa en la aparición de ataques efectuada por las diferentes regiones cerebrales, y determinar así aquellas parcelas que, retirándolas, aportarán el mayor beneficio a un individuo.
Actualmente, las personas con epilepsia son tratadas inicialmente a través de medicación, que está dirigida a reducir notablemente o eliminar la amenaza de los ataques. Sin embargo, los fármacos antiepilépticos han demostrado ser inefectivos en alrededor de un tercio de los pacientes. En estos casos, los afectados pueden optar por una operación en la que se les extirpen pequeñas parcelas de tejido cerebral, lo cual no impide una función cerebral sana pero en cambio puede ayudar a reducir las posibilidades de experimentar ataques.
Los cirujanos registran la actividad eléctrica de la superficie del cerebro y estudian los ritmos eléctricos para intentar identificar las regiones cerebrales donde empiezan los ataques. Sin embargo, los métodos actuales son solo parcialmente efectivos, con solo alrededor del 50 por ciento de las personas epilépticas notando una mejora notable a largo plazo después de la operación.
El nuevo método ideado por los científicos, que utilizó procedimientos de modelado matemático de vanguardia, puede distinguir de manera más precisa los puntos del cerebro que son la fuente de los ataques, diferenciándolos de aquellos que tan solo se ven implicados como resultado del inicio de uno de esos ataques. Tomado de noticiasdelaciencia.com
Hacia nuevas terapias contra la epilepsia
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