El Hospital Salvador B. Gautier, del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), se encuentra en estado deprimente y funciona en condiciones infrahumanas, según familiares de pacientes internos que han tenido que llevar desde sábanas hasta desinfectantes para limpiar el área donde están recluidos sus parientes.
Los médicos residentes, pasantes y titulares tienen que hacer a diario malabares para ir resolviendo las emergencias que se presentan durante todo el día, con lo que les llegue a la mano y en agotadoras extensas jornadas.
La planta física del área de emergencia se halla en una verdadera urgencia, pues sobrepasa su capacidad; además, faltan médicos y los equipos e insumos existentes son precarios y los que hay están muy deteriorados.
Calor, hedor a llagas, mal humor por parte del equipo médico y administrativo, poco personal, largas e interminables filas para facturar y pagar antes de la aplicación de los medicamentos, es el común denominador en la entrada principal de la “emergencia”.
A todo lo anterior se suma el paro que por varios días mantiene el personal de limpieza en demanda de pagos de sueldos atrasados que le adeuda el referido centro.
La compañía Zoon One Service, que brinda bajo contrato los servicios de conserjería, anunció que retirará sus empleados debido a que les adeudan 13 meses de contrato por un valor ascendente a 12 millones de pesos.
“El personal que tenemos instalado allí ya ha sido preavisado y en el plazo de 25 días serán cancelados de sus puestos de trabajo’’, así lo expresó Víctor Ferreira propietario de la empresa.
Se recuerda que en julio de 2015, mediante la Ley 123 15, el Poder Ejecutivo creó el Servicio Nacional de Salud y les trasfirió el control de las redes hospitalarias del Instituto Dominicano de Seguridad Social (IDSS), así como la responsabilidad de los Servicios Regionales de Salud (SRL).
Durante un recorrido de DominicanosHoy por el lugar se pudo observar las condiciones paupérrimas en que funciona el centro hospitalario, donde la falta de aires acondicionados y abanicos están a la orden del día, lo que convierte literalmente en un infierno las habitaciones donde son llevados los pacientes que por años pagaron por un servicio que se supone recibirían luego de su retiro.
Esa situación es común a todas las áreas; en cuidados intensivos cuentan con 17 camas, y solamente 4 ventiladores, cuando debería ser uno por cada una. Los percheros, donde se cuelgan los sueros, lucen oxidados, al parecer por el paso de los años.
El deterioro también se constata en los equipos instalados en los alrededores de las camas. Las habitaciones no cuentan con los servicios más elementales. El ascensor está fuera de servicio y según una fuente consultada por este multimedios, que no quiso ser identificada, lleva meses o quizás años en tales condiciones.
Cada paciente tiene que depender de un familiar para adquirir una botella de agua; mientras que, en el caso de sus parientes, estos tienen que conformarse con comprar algo de comer en uno de los colmados o a vendedores de alimentos en condiciones de insalubridad que operan frente a dicho hospital.
Grave peligro de contaminación por basura
No obstante a todas las precariedades que padecen, otro grave escenario es el hecho de estar en grave peligro de contaminación por la gran cantidad de basura acumulada a su alrededor del emblemático hospital.
Una gran montaña de desechos deja muy mala impresión y vecinos del lugar expresaron que la acumulación de basura se debe a la falta de conciencia de las personas que venden frutas y frituras, en su mayoría de origen haitiano, quienes lanzan las sobras sin importar la insalubridad que puede ocasionar.
Perros acostados en la entrada, sillas de ruedas inservibles, aguas negras, y decenas de individuos en espera de estacionar los vehículos que llegan para luego cobrar peaje: este el escenario que da a la entrada del Gautier.
Alberto Méndez expresó que el camión de la basura pasa a diario, pero la incomprensión de quienes venden alimentos por los alrededores se impone, y a minutos de pasar el furgón, sacan más desperdicios.
Dijo además que otro componente que afecta a la zona es que a pocos metros del dispensario médico opera la ruta 21 de la Unión Nacional De Transportistas Afines (Unatrafin), y los choferes se orinan en botellas plásticas y la tiran en el lugar.
A esto se suma un gran déficit económico para enfrentar la demanda diaria, ya que aunque su asignación presupuestaria mensual es de 4.7 millones de pesos, estos no son enviados con regularidad, acumulando el hospital una deuda con suplidores que supera los 25 millones de pesos. Los recursos que recauda por venta de servicios a las ARS se quedan en poder del nivel central.
