Un desafío urgente

Para nadie es un secreto en la República Dominicana, que el síndrome de la inseguridad que abate a su sociedad, es hoy el principal problema que aqueja a los ciudadanos, según datos confirmados en todas las encuestas de opinión pública.
 
En esta escenografía, la policía luce vacilante por falta del necesario apoyo político a los fines de confrontar en las calles a la desafiante criminalidad, provocando en la institución, como primera línea de defensa contra la delincuencia, la toma de decisiones titubeantes y confusas, que se traduce en un sentimiento colectivo de ineficiencia en las políticas de reprimir el crimen y en una confusión en la aplicación de las importantes políticas preventivas, ambas, indispensables para el éxito en esta lucha.
 
Pero también es justo señalar que lejos de ser un tema local o regional, la inseguridad se ha transformado en un fenómeno a escala global que trasciende las fronteras de países, de culturas y religiones.
 
No obstante, aún sin ser un tema nuevo, continúa siendo un trastorno complejo y delicado, pues no se trata tan solo de criminalidad organizada, narcotráfico o el mal enfoque en la tasa de homicidios, sino que se articulan con la urdimbre de hechos que van desde las estructuras de corrupción multidimensional hasta las diferentes manifestaciones de violencia social.
 
Los datos estadísticos -en su mayoría muy por debajo de lo real – nos indican claramente que esta afección social tiende a agravarse con el paso del tiempo, escalando hasta ser la mayor urgencia de los ciudadanos, obligando a colocar el tema dentro de las prioridades en la agenda política del Estado, pues están conscientes que la inseguridad representa un gran obstáculo para el desarrollo humano sostenible, además de afectar seriamente el disfrute de los derechos fundamentales como la vida, la dignidad y la libertad individual.
 
Reconocemos que para el abordaje de este flagelo, el presidente reelecto Lic. Danilo Medina, en su primer gobierno, ha sido el mandatario que más recursos ha invertido en equipar a la Policía Nacional con la intención de dar respuesta efectiva a este tema pero con visibles y evidentes resultados deficientes. Que por más que quieran las autoridades disimular su fracaso de la política de seguridad pública con el gastado maquillaje de que todo es una simple PERCEPCI”N, lo cierto es que la REALIDAD habla por sí sola.
 
En este contexto, afrontar los problemas de la seguridad ciudadana es un asunto muy complejo por la multiplicidad de causas que la originan, y por las acciones multidimensionales en la diversidad de instituciones, organismos y sectores que tienen que estar en coordinación para dar una respuesta “integral” efectiva. No es tarea de una sola institución pero sí de un elevado y fuerte liderazgo.
 
En este tenor, es notorio señalar que en el primer período del actual gobierno, ese liderazgo se ha empeñado en combatir la inseguridad en los medios de comunicación y no en el escenario de la realidad, haciendo lo mismo cuando un ebanista rellena las imperfecciones con masilla.
 
Es correcto atacar la “percepción” en los medios de comunicación pues es su campo dimensional, pero la “realidad” se combate en el terreno, utilizando todos los recursos y mecanismos que dispone la ley dentro de un Estado Social Democrático y de Derecho, sabiendo los tomadores de decisiones que “es imposible preparar tortillas sin que se tengan que romper algunos huevos”.
 
Lamentablemente, las últimas semanas han sido escenario de gran incertidumbre, temor e impotencia en la ciudadanía ante los múltiples hechos delictivos que han horrorizado a todos ante una delincuencia cada vez más desafiante, que luce evidentemente a la ofensiva, en contraste con unas autoridades tímidas, indecisas y confusas, dando muestras de estar indiscutiblemente a la defensiva.
 
En medio de este ambiente social, las autoridades “sacan debajo de la manga” un supuesto plan secreto que “no divulgarán su contenido hasta que no tengan todos los detalles”. Y luego, ante la presencia de los medios de comunicación, lanzan a las calles patrullas motorizadas compuestas por agentes de los departamentos de investigaciones criminales y la incorporación de militares como refuerzos.
 
Desafortunadamente estas medidas son incorrectas e ineficaces y tenderán a “naufragar antes de zarpar el barco”, igual que ha ocurrido en la mayoría de las situaciones anteriores. Es un terrible error sistémico incorporar agentes de investigaciones criminales al patrullaje preventivo, pues su misión no es “preventiva”, sino “reactiva”.
 
Peor aún, sacar esos agentes detectives de sus labores de investigaciones, provocaría un atraso injustificable en los sometimientos a la acción de la justicia de los delincuentes, lo que se traducirá en más impunidad, más criminales sueltos en las calles y, por tanto, un aumento de la criminalidad que suponen prevenir.
 
En ese orden de ideas, las autoridades lucen confusas en la implementación de las técnicas policiales de actuación, ya que esos patrullajes anunciados no son “preventivos”, sino más bien “disuasivos”.
 
Además, la integración de militares al patrullaje policial es innecesaria, pues la Policía Nacional tiene la capacidad operacional suficiente para asumir el control absoluto de las labores intrínsecas a sus funciones, pues lo que ha faltado es un decidido liderazgo gerencial.
 
En aras de contribuir con el gobierno, con nuestra modesta experiencia, recomendamos a los tomadores de decisiones ponderar algunas apreciaciones sobre la PREVENCI”N POLICIAL, que no es nada más que el conjunto de técnicas que utiliza la policía, de manera PLANIFICADA, para evitar la comisión de delitos.
 
Esto así, porque resulta evidente que las autoridades siguen confundiendo las técnicas de “prevención” con “disuasión”, pues tanto algunos mandos policiales como parte de la misma ciudadanía tienen la errada idea de que la prevención consiste en “presencia policial”, o sea, estar físicamente en un territorio y patrullar durante un tiempo y espacio determinado. Esto es más bien “disuasión”.
 
En este sentido, para lograr la ejecución de acciones preventivas exitosas, sugerimos el método preventivo que utilizamos cuando nos tocó la honra de dirigir las delicadas funciones de la jefatura de la Policía Nacional: la PREVENCIÓN SITUACIONAL.
 
Que la definimos como la conjugación de un enfoque global sobre los tres factores presentes en todo delito -delincuente, víctima y situación donde se comete el delito- intentando intervenir cualquiera de estos eslabones para eliminar o disminuir la “oportunidad delictual”.
 
Como veremos más adelante, este tipo de prevención situacional no es responsabilidad exclusiva de la policía, sino también del Estado junto a organizaciones de la misma sociedad.
 
Expondremos una síntesis de los fundamentos que soportan esta propuesta:
 
Primero, un mayor acercamiento a las comunidades para la obtención de información confiable, pues tal como un “paciente enfermo”, son ellos los que padecen la afección delictiva y saben cuáles y dónde son los síntomas.
 
En segundo lugar, lograr el acoplamiento de las técnicas profesionales de policía, inteligencia delictiva, mapeo delictual y tecnología situacional con las informaciones de las demás instituciones de la Comunidad de Inteligencia, para procesarlas junto a las obtenidas en las comunidades sociales.
 
Y por último, es indispensable una conexión comunicacional efectiva entre la Policía Nacional, Ministerio Público, Poder Judicial y la administración penitenciaria para que todos coordinen armónicamente los planes de seguridad pública y política criminal del Estado, asumiendo cada uno sus roles respectivos para devolver a la sociedad dominicana las garantías constitucionales consagradas en la carta magna.
 
De esta manera, podremos intervenir los factores de todo ciclo delictivo para intentar prevenirlo:
 
1.- DELINCUENTE: Aquí se aplica la “prevención social del Estado” con un objetivo a largo plazo a los fines de reducir la incidencia delincuencial restringiendo los factores que favorecen el inicio y desarrollo de una trayectoria delictiva. Saneando el tejido social.
 
2.- VÍCTIMA: Lamentablemente en el país apenas se realizan acciones reactivas, limitándose al asesoramiento jurídico y atención psicológica a las víctimas de un delito.
 
3.- SITUACI”N: Reúne todas condiciones socioeconómicas y físicas del lugar donde se cometen los delitos con el objetivo de intervenirlos con las distintas dependencias del Estado, mejorando la ecología urbana.
 
De manera, que cualquier intervención en uno de estos tres elementos se rompería el ciclo delictivo y por tanto se estaría cortando o disminuyendo la oportunidad delictual, componente necesario para hacer verdadera prevención policial. No obstante, para lograr un éxito medible en el combate a la criminalidad, las acciones de la policía deben de ser fundamentalmente preventivas en todas sus funciones, pero complementadas con acciones reactivas (represivas) en aquellos casos en que falló la prevención y no se pudo evitar el delito.
 
En este contexto, entendemos que es un error caracterizar a la policía con calificativos de que es preventiva o represiva, ya que en realidad estas dos técnicas de actuación son necesarias y complementarias. Tan solo porque históricamente las técnicas represivas se han asociado a abusos del pasado producto de los enfrentamientos en la época de la Guerra Fría y por ende, este término soporta una carga ideológica repudiable.
 
Pues hasta en el humano campo de la medicina estas dos técnicas son utilizadas de manera necesaria, como ejemplos tenemos: medicina represiva: cirugías, fármacos, quimioterapias, etc.; medicina preventiva: dietas, vacunas, ejercicios, profilaxis, entre otros.
 
Finalmente, exhortamos a que todos los sectores de la sociedad dominicana demos todo el apoyo al jefe de la Policía Nacional, mayor general Nelson Peguero, hombre bien intencionado, en los difíciles y complejos “desafíos urgentes” que tiene por delante de devolver la seguridad vital que la nación clama desesperada, logrando una reforma policial integral, y las justas conquistas sociolaborales para los miles de agentes policiales que con tantos sacrificios, honor y valor enfrentan sus peligrosos deberes cada día, tal como lo inmortalizara Vincent van Gogh cuando dijo: “Los pescadores saben que el mar es peligroso y la tormenta terrible, pero nunca han encontrado en estos peligros razón suficiente para permanecer en tierra”.
 
¡LOOR A LA POLICÍA NACIONAL!
 
El autor es miembro del Círculo Delta.

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