La tensión sube con rapidez para los Golden State Warriors. Alguien es sancionado, alguien se hace daño, alguien es expulsado y muchos no se esfuerzan en ocultar su frustración. La cómoda ventaja de dos juegos en la final de la NBA se convirtió en una arriesgada ventaja de un juego, y después desapareció.
El momento definitivo está por llegar.
El mayor desafío, también.
A los Warriors no les entran las canastas como en la temporada regular, las paradas tampoco se producen como hace unos meses. Los dolores y molestias se acumulan, y lo que hace poco parecía un título seguro es ahora una insegura posibilidad. El domingo se celebra el Juego 7 contra los Cleveland Cavaliers y Golden State espera que jugar en casa les ayude a destilar el elixir para ganar el campeonato.
«Las cosas no han salido a nuestra manera pese a cómo fue la temporada regular», dijo el base de los Warriors Stephen Curry. «Los playoffs no han sido fáciles. No ha sido un paseo. No ha habido nada perfecto en ello. Así que sí, es frustrante, pero el trabajo que hemos hecho y la oportunidad que nos hemos dado con un Juego 7 para ganar las finales en casa, uno tiene que estar emocionado por eso».
Los Warriors recibieron preguntas durante meses —incluso desde diciembre— sobre si les preocupaba que el esfuerzo de batir el récord de 72 victorias de Chicago, que fue el patrón de oro de la NBA durante 20 años, los dejaría lesionados o cansados para cuando llegaran los playoffs.
Esas preguntas parecen un poco más justificadas ahora.
Para ser claros, la rodilla izquierda de Andrew Bogut no se volvió sensible a los golpes a final de temporada por lo difícil que fue convertirse en el primer equipo que gana 73 juegos de la temporada regular; el choque contra J.R. Smith en el Juego 5 de esta serie se encargó de eso. La combinación de lenguaje malsonante, lanzamiento de protector bucal y expulsión de Curry en el Juego 6 no fue porque los primeros 82 juegos le dejaran cansado y susceptible. Y la incapacidad de los Warrios para contener a LeBron James en esta serie puede explicarse mejor admitiendo que cuando James está en su mejor forma, es la fuerza más imparable del baloncesto.
Las penurias de marzo y abril no tienen nada que ver con eso.
Pero desde luego puede argumentarse que a pesar de que los Warriors pasaron la mitad de la temporada sin su entrenador jefe Steve Kerr, que se recuperaba de cirugía en la espalda, y sus rivales se esforzaron al máximo en cada juego —así es la vida del actual campeón_, los playoffs les han planteado más dificultades en algo más de 20 juegos que los 82 primeros.
«Creo que si uno empieza todas las temporadas diciendo ‘Tenemos un Juego 7, tenemos un juego en casa para ganar el campeonato de la NBA’, lo elegiría todas las veces», comentó Kerr. «De modo que no puedo esperar al domingo. Creo que estaremos bien. Obviamente Cleveland ha jugado bien los últimos dos juegos, y tenemos que jugar mejor. Pero confío en que lo haremos. Estamos en una posición en la que otros 29 equipos querrían estar».
Warriors, confiados por jugar en casa el juego 7
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