El doctor Roberto Rosario, presidente de la Junta Central Electoral, cuando pronunciaba su discurso, me recordaba al dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien pronunciando un discurso sus expresiones faciales delataban que él mismo no creía las mentiras que pronunciaba.
Como vi por la televisión al doctor Rosario cuestionado por unos periodistas, diciendo que tres mil técnicos renunciaron horas previas al inicio de las elecciones el 15 de mayo, él en cuestión de horas de la madrugada consiguió los sustitutos sin ayuda y sin saberlo los demás miembros de la Junta, recordé las proezas del mago Wondini.
Durante su discurso puse tres cuarto del cerebro en alerta y un cuarto para escucharlo. Eso lo aprendí de Napoleón escuchando a José Fouché prefecto policial de París. Cuando le rendía el informe de lo que sucedía en la ciudad. Así Fouché no le sorprendía su buena fe.
Estuve meditabundo y las neuronas de su almacén bitácora me presentaron: Los judíos afirmaban que la creación estaba impregnada por el mal, lo mismo que por el bien y que los hombres pueden distinguir a ambos, el uno sirviendo para destruir y el otro para salvar. Estos dos son para lo peor.
Platón le dijo a sus discípulos: Tú bienes y males dependen de aquellos con quienes más te haya juntado. La justicia no existe sino como conveniencia del más fuerte, como imposición del que domina. ¿A dónde vais hermano? No os dais cuentas de que haceis lo contrario a lo que debeis, y os ocupais del dinero, no os ocupais de reformar la educación.
Nuestro invitado de hoy Diderot: “La cólera, perjudica el sosiego de la vida, ofusca el juicio y ciega la razón”.
El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana.
Meditabundo: Del discurso del doctor Roberto Rosario
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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