Al momento de votar no tengo duda que lo haré por el presidente Danilo Medina. Como yo voto por convicción, no por dádivas, mi conciencia me susurra que por Danilo sí, pero que me mochen las manos antes que votar por algunos congresistas.
Medina llega al poder y rápidamente se da a conocer por instituir un estilo diferente de gobernar cercano a la gente: un gobierno con rostro humano. Implementa las visitas sorpresa: se sienta debajo de una mata de mango, en una casa deteriorada, se mete al lodo, cruza una empalizada. Habla y apoya a esos olvidados campesinos que nunca en su vida habían saludado un gobernante. En cambio, el Congreso ha servido como un simple adorno del Poder Ejecutivo: la mayoría de los legisladores son desconocidos y los que la gente conoce es por su participación en escándalos desagradables.
Si se le pidiese a la gente que cite los legisladores de La Vega, el primer nombre es el diputado Radhamés Ramos García, apodado “El Chino”, porque estuvo involucrado en un escándalo de tráfico de orientales a través de la frontera con Haití.
Montecristi es una de las provincias más pobres, pero con potencial para el turismo. Ningunos de sus congresistas ha impulsado un plan de desarrollo provincial. Su senador Heinz Vieluf es famoso por que su exesposa Rosa Abel Lora lo acusó de violencia intrafamiliar, destrucción de inmueble, falsedad en escritura y el no cumplimiento de la manutención.
La provincia Santo Domingo es una de las más pobladas y con mayores índices de criminalidad: violación de los Derechos Humanos, muertes de jóvenes en intercambios de disparos. La senadora Cristina Lizardo sólo se le ve en esos barrios pobres en campaña. Nunca ha impulsado ningún proyecto o ha enfrentado las injusticias, los abusos de la Policía contra los jóvenes. Fue muy famosa porque dijo que el opositor Partido Revolucionario Moderno (PRM) “no tiene dinero” para competir con el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Sus colegas la apodan la “legisladora muda” porque comenzó en el Congreso en el 1998 como diputada (era regidora), luego senadora y nunca ha emprendido ninguna iniciativa.
La fronteriza provincia Santiago Rodríguez vive una pobreza espantosa. Su diputado Ramón (Papo) Fernández adquirió gran “popularidad” no por defender su pobre comunidad, sino por la acusación de violar una menor de 14 años. Permaneció seis meses en la cárcel de Najayo. Lo apodan “el rifero” (es propietario de un consorcio de bancas), pero del senador provincial Antonio Cruz nadie habla, a pesar de todas las precariedades de Santiago Rodríguez.
Tan cerca de la capital, San Cristóbal está en el abandono: sumida en los problemas de basura, contaminación de sus ríos, delincuencia. Es la que más legisladores involucrados en escándalos feos tiene. Resaltan los diputados Orlando Espinosa y Leivin Guerrero, sometidos a la justicia por manutención. El senador Tommy Galán no vive en la provincia, sino en la capital, en el sector Cacicazgo, Torre Valentina.
A la provincia La Altagracia le falta de todo: un acueducto, el sistema de drenaje no funciona, las heces fecales y aguas contaminadas se descargan directamente en el río Duey. Pertenece al próspero polo turístico número uno y los cordones de miseria meten miedo. A su senador Amable Aristy Castro las autoridades norteamericanas le quitaron la visa. Nunca se dijo la razón, se hacen las especulaciones más atroces.
Cristina, la senadora muda; ¿votaré por Danilo?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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