La recesión en Brasil, la mayor economía de América Latina, es más profunda de lo anticipado y lastra al conjunto de la región, muy frágil por el efecto combinado del desplome de las materias primas y la fuga de capital. Es el argumento que utiliza el Fondo Monetario Internacional para recortar de nuevo sus previsiones. La contracción que se proyecta para es del 0,5% del producto interior bruto del continente, aunque la esperanza es que repunte a un crecimiento del 1,5% en 2017.
La nueva estimación del organismo que dirige Christine Lagarde es dos décimas peor de lo que anticipó hace solo tres meses para 2016 y se distancia 1,3 puntos porcentuales cuando se compara con los datos que se presentaron el pasado otoño. La corrección que hace ahora el FMI para el próximo año es de una décima respecto a enero, y de ocho décimas frente a lo que se dijo en octubre. El temor es que este pesimismo no haga más que acelerar la espiral negativa.
América Latina está sufriendo en este nuevo ciclo de crecimiento mediocre muchos más que el conjunto de las economías emergentes, para las que se proyecta un crecimiento del 4,1% este año y del 4,6% el próximo. Los técnicos del FMI insisten en que no hubo un cambio a peor en la actividad de la región desde comienzos de año, pese a la volatilidad en las materias primas y el reequilibrio de China.
«Están en línea con las últimas previsiones», señala el organismo en el informe que presentará ante la cumbre semestral que celebra este próximo fin de semanas junto al Banco Mundial. El recorte respecto a enero es similar al global. América Latina sufrirá, por tanto, el segundo año consecutivo de contracción tras la caída de una décima en 2015. Hay, sin embargo, diferencias de rendimiento por países.
El FMI vaticina que la recesión y la crisis política tendrán un coste en el empleo y los salarios
Las condiciones macroeconómicas en Brasil se califican de «severas». La recesión será este año del 3,8%, tres décimas más intensa de lo que se dijo hace tres meses y, por lo tanto, idéntica a la que se registró en 2015. El FMI vaticina que logrará remontar en 2017, aunque para quedarse estancada. Ahí la proyección no varía. La recesión y la crisis política tendrán un coste en el empleo y los salarios.
México, por el contrario, seguirá creciendo a una tasa «moderada». La previsión es de una expansión del 2,4% en 2016 y del 2,6% en 2017. Se atribuye a la demanda privada y al efecto positivo del crecimiento en EE UU, que avanzará un 2,4% este año. En cualquier caso, el FMI le pasa también la tijera cuando se compara con la proyección de enero. Entonces el crecimiento era dos y tres décimas más alto.
El crecimiento económico en América Latina es inferior al del conjunto de las economías emergentes
Los grandes países exportadores de materias primas y energía sufren. Otro ejemplo en este sentido es Colombia. Su ritmo de crecimiento se desacelerará al 2,5% este año antes de repuntar al 3,1% en 2016. La contracción en Venezuela dobla la de Brasil. Su producto interior bruto caerá un 8%, desde el 5,7% en 2015. La incertidumbre política agrava las cosas mientras la inflación amenaza con crecer un 500%.
No solo resta competitividad a las economías latinoamericanas la pérdida de valor de las exportaciones de petróleo y de minerales. El FMI califica de «altamente incierta» la situación de Ecuador por la dificultad atraer financiación externa, lo que provocará una contracción del 4,5% este año y del 4,6% el próximo. También complica el panorama para Chile, donde el crecimiento bajará del 2,5% al 1,5%.
El FMI valora positivamente las reformas emprendidas por Argentina para corregir los desequilibrios y las distorsiones que afectan a su economía. La proyección es de una contracción del 1% este 2016, frente a un crecimiento del 1,2% el pasado ejercicio. De ahí repuntaría al 2,8% el año próximo. El organismo proyecta en el caso de Perú un crecimiento del 3,7%, cuatro décimas por encima del pasado.
Maurice Obstfeld, consejero económico del Fondo, admite que hay motivos para estar preocupados por este debilitamiento general en la región y en la economía global. Anticipa que no se logrará restaurar el crecimiento pasados si los países no son capaces de diversificar sus economías y adoptan reformas estructurales. «Es un proceso que lleva tiempo», advierte, «la respuesta debe ser inmediata».