Los paros y huelgas han constituido durante siglos métodos de luchas, a veces efectivos y a veces no. En el caso de los médicos y otros gremios del sector y su decisión de paralizar los servicios en hospitales públicos durante días consecutivos, la realidad marca una afectación profunda a miles de pacientes de escasos recursos económicos y el retraso de consultas que, con sacrificios y aletargadas filas, han logrado pautar.
Lo que está en juego es la salud del pueblo dominicano y los hombres y mujeres de las batas blancas, por insignia y por principios constituyen ese baluarte que significa calidad de vida y, definitivamente, la existencia nacional.
El reclamo es justo, sin duda, y el Gobierno sabe que los problemas que enfrentan las familias en el país, también afectan a ese sector, por lo que hablar de mejorar las condiciones de los centros asistenciales estatales, no es nada lejano a la realidad; como tampoco es descabellado pensar en pensiones dignas, mejores condiciones de trabajo, del equipamiento y las instalaciones hospitalarias.
De un lado de la mesa, el presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), Waldo Ariel Suero, reafirma la continuidad de estas expresiones de protestas y de la otra parte, la ministra de Salud, Altagracia Guzmán Marcelino, critica que no reconozcan los cambios logrados, y “por ejercer presiones de naturaleza no gremial para lograr sus reivindicaciones”.
Ahora, entre las neblinas asoma un poco de sol, pues Guzmán Marcelino y Ariel Suero anunciaron que se formará una comisión que prevé la búsqueda de soluciones, y en ella se nombra al ministro de la Presidencia Gustavo Montalvo.
Lo de “bajar de su despacho” y fundirse con los protestantes significó una “buena jugada de la ministra Altagracia Guzmán, y más allá de los rechazos o aplausos por el gesto, lo que sí resulta incuestionable es que en cada huelga se deteriora, no solo esa imagen “sagrada” de quien puede devolvernos la sonrisa de la salud; sino que estos hechos tienen lugar en días en los cuales los peligros del zika, chikungunya y dengue, entre otras enfermedades, se cierne sobre millones de dominicanas y dominicanos, que no pueden esperar a que acaben de ponerse de acuerdo.
Lo que se agudiza
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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