La nación dominicana vive esta Semana Santa o Mayor, periodo de reflexión para estar en familia, en paz; o sea, dedicar ese tiempo fértil para esas intenciones que unen en el amor y la paz.
El problema está en cuánto ha cambiado el sentido de este periodo, que se convierte, contrario a otros tiempos, donde cada familia en general visitaba las iglesias y encendían su fe con el recuerdo de Jesús, el Cristo.
Ahora todo esto se sustituye por playas, hoteles, montañas, que no están de más, si se vinculan a esa introspección, que en una gran mayoría de los casos se aleja del verdadero sentido de esta semana, Santa y necesaria, sobre todo en los tiempos que corren con violencia y violentos actos sociales.
Ejemplos lamentables son los casos que se reportan de muertes por accidentes en las vías, generalmente producidos por conducir bajo estado de ebriedad, y que hasta los menores de la casa resulten, como ha sido, intoxicados por ingerir bebidas alcohólicas y alimentos en mal estado, por irresponsabilidad de los padres.
Quiera Dios, algún día concluyamos una Semana Mayor con la legitimidad que ella merece y que cada quien haya podido reflexionar sobre el verdadero contenido de esta celebración.
Semana Santa de contrariedades
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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