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Periodismo en riesgo

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Se ha repetido muchas veces que “Las palabras pueden ser fuente de libertad”, y resulta entonces muy  pesaroso reconocer que se intentan acallar voces que en definitiva fortalecen con sus expresiones los sentimientos populares y esto que tantos proclaman y en verdad no defienden como debe ser, la democracia.
 
En México, 23 periodistas están desaparecidos, tres de ellos mujeres, sin que las autoridades brinden información al respecto. En general, esos trabajadores de las letras y las palabras denuncian  corrupción, delincuencia organizada y otros actos de impunidad.
 
En realidad, es en México donde más periodistas desaparecidos hay en el mundo, tal y como denuncia Darío Ramírez, director de ARTICLE 19 Oficina para México y Centroamérica; pero los demás países de la región no escapan. Para nadie es un secreto que  un porciento elevado  de los comunicadores reciben amenazas por su labor.
 
Y si bien 2013 fue  considerado entre los más trágicos para el periodismo latinoamericano y caribeño, el que recién concluyó no queda muy lejos. Un artículo de Ángela Vásquez Oliver denuncia que  en diversos países: “la situación de los medios es dramática. Despidos masivos y malas condiciones laborales hacen del oficio de periodista un acto de sobrevivencia”.
 
En República Dominicana, medios nacionales  han denunciado amenazas y maltratos a los que han sido expuestos los trabajadores de la prensa, como sucedió hace apenas unos días con el fotógrafo de El Caribe, quien recibió en pleno rostro perdigones que pusieron en riesgo su vida y finalmente su visión.
 
“Sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia”, escribe Vásquez Oliver y el Colegio Profesional de Periodistas de Galicia ha reafirmado que “garantizar el derecho a la información plural, veraz e independiente es una función social que los medios deben cumplir más allá de las condiciones económicas o grupos de presión”.
 
Con acciones criminales se impone la censura y autocensura en las empresas informativas y se siembra el miedo entre periodistas que viven cotidianamente amenazados y con el temor de ser la próxima víctima si informan sobre esos poderes, tal y como apunta Oliver.
 
Vale la pena analizar cómo las palabras “pueden ser fuente de libertad”, además de «herramienta de persuasión»  y profundizar sobre el “lenguaje del poder, de las guerras, el terrorismo, la mafia y el narcotráfico y temas sociales como la inmigración, la cooperación, los grupos étnicos y religiosos minoritarios, o la sociedad y los discapacitados físicos y psíquicos”.
 
De todo esto hay que hablar y no callar, como sucede ahora mismo en la tierra azteca.

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