La vida nos lleva a veces por rumbos inimaginables, nos sitúa en posiciones que nos ofrecen bienestar económico, estrés, poder, enfermedades, alegrías, e insatisfacciones personales. El destino impredecible, nos hace malas jugadas, vivimos sin imaginar cuando dejaremos de existir, de ser, respirar, sonreir, compartir con nuestras familias, nos acontecen sucesos dolorosos, trágicos que marcan un país, un pueblo, sin pensar en estos instantes en colores partidistas, solamente en un pueblo de luto y consternación.
Leo titulares sobre el asesinato de Juan de los Santos, de 45 años, próspero empresario y alcalde del municipio Santo Domingo Este, así como de su custodio el sargento mayor del ejército, Alcide (Archi) de Jesús Medina de apenas 34 años, pero allí se suicidó el ingeniero electrocontratista Luis Esmerlin Félix Félix, el homicida de los dos anteriores mencionados.
Mi alma se encoge, lleno de lágrimas están mis ojos, porque la vida es sagrada y solo Dios puede disponer de ella, pues él mismo nos la concede.
Esta tragedia envuelve a familiares del homicida y de los fallecidos, los sumerge por partidas iguales en el dolor y el pesar.
No hagamos un circo del dolor ajeno, por favor, hay niños que serán marcados por siempre con imágenes insensibles, e insensatas.
Dejemos el sensacionalismo, el amarillismo, el afán de compartir la imagen del cadáver ensangrentado tirado en el piso de un hijo de quisqueya, Juancito Sport.
Fortaleza pedimos en estos momentos para las tres familias que deben estar sufriendo en igual partida, no importan posiciones, económicas, cargos públicos, colectividad política, profesión, ni popularidad.
Se perdieron tres vidas y eso duele, esa triple tragedia nos debe llamar a reflexiones profundas, de cómo avanza el deterioro mental de las personas, que no encuentran salida a las situaciones que les afectan.
Dejen de andar haciendo conjeturas de lo que pudo haber originado ese desenlace fatal, las autoridades pertinentes harán las investigaciones de lugar e informarán el móvil real de los asesinatos ocurridos en la tarde de ayer, en unas de las oficinas de la Federación Dominicana de Municipios (Fedomu), en la República Dominicana.
Escucho tantas versiones del suceso, pero los que podían explicar las razones, están muertos.
Realmente estoy sorprendida por los comentarios de tantas personas, que ni siquiera saben a ciencia cierta ¿Porqué sucedieron los hechos?
Nos encanta jugar con los sentimientos de familias en duelo, nos encanta opinar sin saber, hablar y hablar de más sin pensar que existe un día para que pueda sucedernos lo que hoy están pasando esas familias, nuestros compatriotas, nuestros hermanos que tienen en estos mismos instantes sus corazones hecho trizas y en sus mentes, cientos de preguntas.
¿Qué pasó?, ¿Porqué los mataron?,¿ Porqué a nuestras familias?
¿Porqué él hizo eso?
Son cuestionamientos que laceran el alma, que la encoge, porque son tres víctimas que llenaron de luto, a tres familias, a un municipio, a un pueblo, a un partido, a una institución, a unos hijos, a unas viudas, a padres, hermanos, sobrinos, tíos, amigos y vecinos.
Me uno al pesar que embarga a mi quisqueya la bella por esta tragedia.
Estoy triste, por los tres caídos, estoy apenada porque los valores y el respeto por la vida humana, continúan perdiéndose cada día en nuestra República Dominicana y el mundo.
Hay que seguir orando mucho. Descansen en paz, hermanos.
Impredecible el destino
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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