La ministra de Salud Pública, Altagracia Guzmán Marcelino, ha declarado alarma epidemiológica ante la situación que vive el país por el dengue, y manifestó gran preocupación por la necesidad de que la población e instituciones se involucren en el control de vectores que provocan esta enfermedad, en este caso el mosquito Aedes Aegipty, cuya prevención resulta medida imprescindible para evitar más muertes humanas.
Es cierto que al proceso de fumigación en los barrios y otras localidades resulta ineludible; pero hay más, sobre todo porque cada hogar debe convertirse en defensor de la salud de sus familiares; sin olvidar como ha advertido Guzmán Marcelino, que los fallecimientos de menores en los hospitales del Gran Santo Domingo se deben a que desde el primer y segundo nivel no están aplicando la guía del manejo y diagnóstico de dengue.
Existen herramientas esenciales para evitar el dengue y también orientaciones sobre cómo tratar los casos infectados; la realidad es que hay que educar a la población en la limpieza de su entorno; impedir cúmulos de agua, recordando que aun en la aparentemente limpia se reproducen los insectos; perseverar en el cumplimiento del resto de las medidas higiénicas, como son el constante lavado de las manos, hervir el agua que se consume, etc.
A todo esto se suman las guías para que los médicos sepan actuar ante un paciente con signos de alarma. Ya se habla de 53 víctimas del dengue, y esto significa, junto al dolor de la pérdida un gran fracaso para las autoridades de Salud Pública, cuyas medidas no han logrado detener la expansión de este mal. República Dominicana tiene una triste historia en América Latina y El Caribe con alto índice de muertes y la idea no es alarmar a la sociedad; pero sí lograr la intensión de la alerta para impedir que el agente transmisor se propague y prosiga causando estragos.
Ante alarma, educación
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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