Hablan los medios de prensa en el mundo de que “Obama quiere dejar un legado limpio y cambiar el carbón por las energías renovables”. El presidente norteamericano quiere reducir, “en lugar de limitar, las emisiones de gases que provocan el calentamiento de la atmósfera y el mar”.
Que el mandatario del país más desarrollado y poderoso del mundo tenga tales propósitos significa un gran logro de este siglo. Muchos agradecen a Dios poner en la mente de quienes dirigen los destinos de sus naciones y, en definitiva, la salud de la madre tierra, que las cosas se estén tratando así. Para Barack Obama, las emisiones de las plantas de generación eléctrica en los Estados Unidos deben ser inferiores en un 32% para 2030, en relación con 2005. Ahora se enfrentarán las individualidades de quienes tienen ganancias con las plantas de carbón y las realidades de que, pese a pérdidas monetarias, aun quienes se disgusten ganarán en vida y oxígeno para ellos mismos, sus hijos y nietos…
La Agencia de Protección del medio Ambiente de EEUU confirmó que la generación eléctrica produjo en 2014 2.043 millones de toneladas métricas de CO2; en 2005 fue de 2.415 millones de toneladas métricas. Lo que plantea Obama es que en 2030 las centrales eléctricas estadounidenses deberán emitir la quinta parte menos de CO2 que están lanzando a la atmósfera ahora y que se amplíen las fuentes de energía renovables en lugar de carbón.
“No hay un ‘Plan B'», dijo el presidente norteamericano y agregó: «Solo tenemos una casa”. Entre críticas de haber comenzado tarde y pasos que deben dar resultados irán las cosas. Mientras, en República Dominicana se obtienen fondos para las plantas a carbón.
Cierto: “No hay plan B…”
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