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Supplice, un diplomático justo y realista

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El exembajador haitiano en República Dominicana, Daniel Supplice, advierte en una carta dirigida al presidente Michel Joseph Martelly, que es “con calma, sabiduría y visión que se resuelven los conflictos entre los estados”.
 
El diplomático critica la forma en que las autoridades haitianas han manejado la situación migratoria entre ambos países, por lo que aprovecha para llamar a la sensatez del mandatario, a fin de que tenga cuidado con la posición que asuma.
 
Sostiene que la gestión de las relaciones entre Haití y la República Dominicana demanda de la actitud racional y razonable de diversos actores, donde el amateurismo y la improvisación no tienen lugar.
 
“Si no aceptamos el problema, no habrá solución”
 
En su carta, el también sociólogo, quien se dirige al presidente con todo los honores y el respeto que su figura merece, reclama que en varias ocasiones ha escrito misivas, pero que estas se han quedado sin respuestas. “En mi último informe del 14 de julio, tomé la precaución de renovar la urgencia con que la diplomacia haitiana requiere y tuve que gestionar la crisis, no sólo en el marco de la lógica defensa de los intereses nacionales, sino también favoreciendo siempre el diálogo constructivo”.
 
Aclara que: “Es responsabilidad del embajador de Haití en República Dominicana asegurar que se mantenga un equilibrio entre el respeto a la dignidad de nuestro pueblo, de nuestros valores, nuestra moral y costumbres, manteniendo abierta, de manera realista, el diálogo. ¿Sabe por qué? Porque mientras usted lee estas líneas señor presidente: Miles de nuestros hermanos y hermanas siguen cruzando la frontera en busca de una vida mejor”.
 
También le señala a Martelly varias razones por la que debe manejarse con cuidado, entre ellas están: “Decenas de mujeres y adolescentes de nacionalidad haitiana, todos los días, paren niños en los centros hospitalarios dominicanos; cuarenta y cuatro mil trescientos diez (44,310) jóvenes asisten a las universidades estatales y centros universitarios privados sin olvidar aquellos que, viviendo en la frontera, van a las escuelas primarias y secundarias en territorio dominicano por la mañana y regresan en la noche a Haití.
 
Agrega que: “Muchos son los que retornan a su país voluntariamente por todo tipo de razón durante los últimos días, el plan es retomar el trabajo que ellos han abandonado o donde les esperan; cientos de miles de hombres, mujeres y niños continúan vendiendo su jornada de trabajo en el sector agrícola, en condiciones extremadamente difíciles, pero no piensan en volver a Haití.
 
“Cientos de miles de personas esperan en vano los documentos prometidos que les habrían permitido regularizar su situación migratoria. Esa es también la otra cara de la realidad que tenemos la responsabilidad de administrar.
 
Explica además: “En doscientos once años, no hemos tenido éxito en la reducción de las brechas socioeconómicas o mitigando la espinosa cuestión de color. Tampoco en dar a nuestros ciudadanos un acta de nacimiento demostrando que existen y creando internamente una situación que podría impedir a millones de haitianos y haitianas salir del país a todo costo y, a veces en cualquier condición. Si no aceptamos el hecho de que hay un problema, no habrá solución”.
 
Con el fin de darse a entender mejor, Supplice usó la metáfora de que “¨aquellos que se montan en la carroza, al principio de la procesión, no lo abandonan hasta el final del desfile¨. En general, yo hago la ruta hasta el final, pero algunos incidentes me obligan a cambiar la ruta para evitar el juicio lamentable de la historia”.
 
La imparcialidad con la que el embajador haitiano se maneja deja a muchos atónitos, y le recuerda a Martelly lo siguiente: “El país espera que usted sea firme y no sea prisionero de los informes pasados o consejos provenientes de oficinas sospechosas.
 
“Las personas que han confiado en usted, permitiéndole el acceso a la más alta magistratura del Estado. Cuentan con usted. No soy el primer embajador de la República de Haití en República Dominicana en ser suspendido, pero espero ser el último para evitar que, justamente, al otro lado de la frontera, no persista la creencia de que la derrota de la inteligencia parece ser una constante, el fracaso nacional de la política exterior parece ser demasiado”.
 
Finalmente, el exembajador Daniel Supplice se despide en su carta con un respetuoso saludo a Martelly y esperando lo mejor para su patra: “Así que me voy a casa para unirme a los miembros de mi familia, encontrar el calor de mis amistades, revivir esta cultura que me invade, esperando lo mejor para Haití”.

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