Tras haber pasado 54 años de la ruptura en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y a 56 de la visita de Fidel Castro a Washington, este lunes 20 se abre la embajada de la Isla grande de Las Antillas en esta ciudad. El equipo de prensa que acompaña a la delegación cubana describe el día con “un sol casi cubano”.
Restablecidas las relaciones diplomáticas entre ambos países y convertida la Sección de Intereses de la capital cubana en embajada, los acontecimiento siguen en concordancia con el anuncio efectuado el 1 de julio por el presidente Barack Obama a Raúl Castro.
Los colegas Rosa Mirian Elizalde e Ismael Francisco describen esa historia que muestra que lo que es fue está en lo que es, como aseguró el Maestro, pues cuando la Casa Blanca “declaró abiertamente la hostilidad hacia la Isla que osaba declararse independiente, un diplomático cubano -Héctor García Soto, bisnieto del General de la Independencia Vicente García- guardó la bandera que se había izado por última vez el 3 de enero de 1961 en la misión diplomática, el día en que Dwight D. Eisenhower anunció el rompimiento de las relaciones con la Isla, confiado en que muy pronto se restablecerían con un gobierno nuevamente subordinado a Estados Unidos”.
Narran que desde ese 3 de enero García Soto dobló la bandera, y la puso en su maleta antes de salir de Washington. Guardada durante 54 años, la enseña nacional estuvo “resistiendo el paso del tiempo, soberana y libre como Cuba” y ha regresado a Washington, no para ondear, por razones de los estragos de los años; pero exhibida en la Embajada cubana, dentro del edificio, acompañará a esta que se mueve orgullosa al compás del viento.
Desde aquel viaje de Fidel Castro, se concibió la importancia y necesidad de establecer relaciones adecuadas entre Cuba y los Estados Unidos. El líder revolucionario dejó claro que la confrontación “era y es con el imperialismo norteamericano y no con el pueblo de los Estados Unidos.”
Emociones y actos de solidaridad entrañables acompañaron este acto hermoso que pasará a las lides de la madre historia por su trascendental contenido. Elizalde escribe que en aquel viaje de Fidel, en su encuentro con los periodistas, le preguntaron si venía a buscar ayuda extranjera: “No, estamos orgullosos de ser independientes y no tenemos la intención de pedir nada a nadie”, contestó. Al día siguiente se lo diría más crudamente al Secretario de Estado Christian Herter y así tituló Revolución: “No he venido a pedir dinero”.
Cincuenta y cuatro años después…
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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