Mientras decenas de inmigrantes haitianos que vivían de manera irregular en República Dominicana regresan a su país, tras no acogerse al Plan Nacional de Regularización de Extranjeros Ilegales, que venció el pasado 17 de junio, las autoridades de Haití decidieron abrir el portón fronterizo, para llevar a cabo las actividades del mercado binacional, aunque la prensa publicó que un funcionario del Ministerio de Agricultura haitiano dijo que se les había advertido a sus naturales «que podían cruzar al mercado, pero solo a vender sus mercancías, no a comprar».
La pregunta es la de siempre: ¿Quiénes se perjudican con tales decisiones? Se habla de decomisos de productos, entre ellos bananos, vegetales, pollos, huevos, embutidos, pastas y otros, que según las denuncias, que calificaron los actos como «criminales”, fueron arrojados al vertedero de Ouanaminthe. Y para nadie es secreto que esos son alimentos básicos, sobre todo para un pueblo que vive en precarias condiciones.
Lo ideal es que comerciantes y compradores negocien sus mercancías, como es costumbre en esta actividad que tiene lugar cada lunes y viernes en Dajabón, sin incautaciones, ni acciones que provoquen más descontentos y que, definitivamente, afectan aun más a esa población.
Más allá de los disgustos e incomprensiones de uno u otro lado del territorio, se sabe que el comercio bilateral beneficia a los consumidores con productos más baratos, y al mismo tiempo con la calidad que validan sus fabricantes”. Las circunstancias no dejan de ser difíciles y lo ideal sería resolver estos problemas que solo apuntan a que las cosas se pongan más feas…
¿Quiénes se perjudican?
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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