Viña del Mar.- México parece sentenciado en la Copa América. Más allá del resultado, más allá del 0-0 ante Bolivia. Y más allá de la aritmética tolerante y cómplice.
La lista de carencias y defectos supera holgadamente las emociones del juego, con temperatura de un grado centígrado, pero que encontró, en la miseria de lo que se ofrecía en la cancha, un cómplice pernicioso que obligó a renegar a los estoicos, abnegados 14 mil 987 aficionados que presenciaron los más deplorables 90 minutos en la historia de la Copa América.
Bolivia hizo lo suyo: presionó, se pertrechó, resistió y con una población flotante en su área entre ocho y 10 jugadores, que sin desgastarse realmente maniataron al Tri, cómplice generoso con su torpeza de manejo de pelota, de situaciones y de opciones.
Y en las mejores oportunidades del Tri, Raúl Jiménez no tuvo personalidad de héroe y Javier Aquino eligió la cobardía del clavado antes que la vehemencia de la consagración.
Ahora, México deberá enfrentar al anfitrión y favorito de la Copa América, Chile, el próximo lunes. Necesita al menos dos empates o un triunfo para acceder al menos como mejor tercer lugar.
Duras críticas contra México por empate con Bolivia en Copa América
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