Barcelona.- Leo Messi tomó el balón en la banda, esperó a que intentase atropellarle Balenziaga y se marchó como un poseso, con el balón enganchado a la bota, hacia él área. Uno, dos y tres driblings, un engaño, un disparo inesperado y un golazo. Y todo el sueño del Athletic de Bilbao saltando por los aires. Veinte minutos, ni uno más, mantuvo la esperanza el equipo vasco.
El Barcelona ganó 3-1 y sumó el sexto doblete de su historia y camina firme hacia el segundo triplete después de someter a un Athletic que pudo preparar con todo el mimo la final de Copa, que llegó al Camp Nou acompañado de una hinchada tan mayúscula como animosa… Y que no pudo con la única clave incontrolable del fútbol. Se llama Messi. Y cuando el argentino quiso finiquitar la final, la final se acabó.
“Si el Athletic quiere tener una mínima oportunidad, mínima, de ganar debería no solo jugar un partido perfecto, sino anular a Leo. Y eso es poco menos que imposible”, se escuchó diez minutos antes de comenzar el partido en una emisora de radio. En otra se aventuraba un marcaje individual a la Pulga y en otra se especulaba con mayor dureza que en otras ocasiones pasadas. Nada. Nada hizo falta.
El Barça ganó con mayor comodidad de lo que pudiera dar a pensar el marcador. El equipo de Valverde le plantó cara de entrada y le mantuvo el pulso durante el primer cuarto de hora en un duelo imposible que se rompió con la maravilla de Leo a los veinte minutos y que dio paso a una exhibición ofensiva del conjunto azulgrana, que pudo llegar fácilmente al descanso con una goleada de escándalo.
El poco acierto ante puerta, la precipitación y la fortuna mantuvieron a los rojiblancos en pie hasta que una combinación supersónica iniciada por Rakitic la sentenció Neymar a puerta vacía tras la asistencia-regalo de Suárez rebasada la media hora. 2-0 a la mitad del partido, pero la sensación de que todo estaba decidido.
Decidido, sin duda, porque el Athletic no se sabe si quiso pero sí quedó claro que no pudo nunca. Luis Enrique debió ordenar a los suyos que levantasen el pie del acelerador, que comenzaran a jugar con calma, al toque y sin prisas, sin riesgos innecesarios y el Barça jugó prácticamente toda la segunda parte con el piloto automático.
Le bastó para aumentar la renta con el sutil toque de Messi al centro de Alves y convertir la victoria en un aplastamiento, en una goleada que evitó Williams con un afortunado remate de cabeza que salvó el honor, al menos en el marcador, del equipo vasco.
Pero lo que es la final de Copa ya hacía muchos minutos que se había acabado. Y que el Barça la había ganado de manera indiscutible. En el fútbol español, hoy, el rey es el Barça. Y en ese reinado quien manda, de una forma absoluta, es Messi. Leo Messi.
Barcelona gana Copa del Rey con los pies de Messi
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