Lejos estaba de imaginar el hombre nacido en el Baní dominicano, que su nombre estaría unido de manera indeleble a la historia de Cuba y que nunca se iría para siempre de aquella tierra a la que arribó un día de junio de 1865, junto a su madre y hermanas, cargando el recuerdo de la patria que lo había visto partir tras la triunfante Revolución Restauradora contra la anexión a España.
Y quizás fue en este 25 marzo de 2015, cuando los pueblos dominicano y cubano conmemoraron el 120 aniversario de la firma del Manifiesto que rubricó el Viejo mambí junto al Apóstol José Martí, que la histórica Montecristi brilló en el esplendor de las memorias, gracias a la oratoria apasionada del Historiador de La Habana, Eusebio Leal, quien retrotrajo con tal sincronicidad cinematográfica cada nota de aquel acontecimiento, que hasta los rostros conmovidos de los héroes aparecieron entre las viejas maderas de la modesta casa devenida museo.
Leal reseñó en una frase la idea de lo que el mismo califica como categoría del patrimonio inmaterial: «Es lo que vive en las cosas, lo que flota en el aire»…Y estaban allí los cuadros, objetos museológicos que se atesoran y ese halo que queda al paso de los siglos, porque la historia es imperecedera, sobre todo cuando se conserva y recuerda con el respeto que merece.
Así estuvo “el Monte de Cristo” en este día 25 de marzo, sumido en actividades que comenzaron en la casa museo, la misma que vivió momentos de peligro, doce años atrás, cuando pirómanos destructores de bellezas patrimoniales amenazaron con destruirla junto a otras hermosas casas que rodean el histórico reloj público de San Fernando de Montecristi, símbolo de la ciudad, construido y fabricado en Francia por iniciativa del venezolano Benigno Daniel Conde Vásquez, quien recolectó los fondos para su adquisición.
Narran fuentes de la época que cuando fue instalado, el 11 de marzo de 1895, en las celebraciones estuvieron presentes el Generalísimo Máximo Gómez y el Héroe José Martí, quien dijo: “Este reloj marcará muy pronto la hora de redención de Cuba”.
Catorce días más tarde nacería el documento oficial del Partido Revolucionario Cubano, cuyas ideas marcaban el inicio de la Guerra Necesaria. El Manifiesto de Montecristi integró el pensamiento de Martí y Gómez sobre la contienda, iniciada en Cuba el 24 de febrero de 1895, así como sus propósitos, tanto para el país como para Nuestra América y el mundo.
Leal en el museo
En el patio de la casa-museo, junto a los bustos de Martí y Gómez y las respectivas banderas de Cuba y República Dominicana, fue depositada una ofrenda floral, y se pronunciaron palabras de recordación a cargo del Embajador de Cuba en República Dominicana, Carlos de la Nuez, quien expresó que el Manifiesto constituye a 120 años de su existencia un documento de inusual vigencia, y recordó que el colonialismo primero y el neocolonialismo después, el racismo y el irrespeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos han sido causas de guerras hasta nuestros días.
Señaló de la Nuez las recientes amenazas contra el pueblo venezolano como ejemplo de esa realidad y observó que Martí era consciente de la trascendencia para América de la guerra cubana, como también lo fue para Hugo Chávez el ejemplo de dignidad y resistencia de la Cuba revolucionaria de Fidel y Raúl Castro.
Posteriormente, tuvo lugar el acto oficial y se escucharon las intervenciones de la gobernadora Saida Tejeda y el viceministro de Educación Luis De León; así como la declaración de huéspedes distinguidos por parte del Ayuntamiento a Eusebio Leal y Kenia Serrano, diputada y presidenta del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.
El presidente de la Fundación Máximo Gómez, Oscar Peña, otorgó la condición de miembro fundador honorífico al Historiador de La Habana, y de inmediato le fue entregada la bandera dominicana, como gesto de unidad entre ambos pueblos.
El historiador cubano procedió a dictar una magistral conferencia, en la que brilló su particular estilo de improvisación y exaltado verbo en el elogio a la figura del dominico cubano Máximo Gómez, gran estratega de la guerra, que enseñó a los cubanos a pelear con el machete, “un hombre recto, de pocas palabras, que vivía la vida del soldado y era un caminante incansable”, dijo Leal.
La conferencia integró memorias hacia ese otro grande de Cuba, América y el mundo, José Martí, quien propuso a Gómez «comandar el Ejército Libertador sin poderle ofrecer otra cosa que no fuera el placer del sacrificio y la ingratitud probada de los hombres».
Ante la concurrida presencia de estudiantes y vecinos de la localidad; de integrantes de la Campaña Dominicana de Solidaridad con Cuba y de tantas instituciones más, Eusebio Leal reafirmó que la memoria de héroes como Gómez y Martí nace cada día, en cada niño que estudia en un colegio de Montecristi, o de Baní, o de República Dominicana, la patria gloriosa que como dice su himno, «Que si fuere mil veces esclava, otras tantas ser libre sabrá”.
Montecristi, a 120 años: “Lo que vive en las cosas…flota en el aire»
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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