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Envejece población AL; RD: 6 mujeres por hombre

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El siglo XX en América Latina y el Caribe estuvo caracterizado, en términos demográficos, por el crecimiento de la población, mientras que el siglo XXI estará marcado por su envejecimiento, debido principalmente a la reducción de la fecundidad y al aumento de la esperanza de vida, según destaca un nuevo informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
 
El estudio “La nueva era demográfica en América Latina y el Caribe: la hora de la igualdad según el reloj poblacional” constituye uno de los documentos de referencia de la primera reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe, que se celebra desde este miércoles y hasta el viernes 14 de noviembre en la sede de la Cepal, en Santiago de Chile.
 
Según los datos, el número de habitantes en la región se incrementó de 161 millones en 1950 a 512 millones en el año 2000, y las proyecciones para este siglo prevén un aumento hasta 734 millones en 2050, aunque se estima que habrá un descenso posterior, hasta 687 millones en 2100. Con todo, las principales modificaciones se observarán en la estructura por edad de la población debido al avance del proceso de envejecimiento.
 
La esperanza de vida al nacer aumentó de 55,7 años en el quinquenio 1950-1955 -, cuando era más de 10 años inferior al promedio de las regiones desarrolladas- a 74,7 años en el quinquenio actual (2010-2015), menor en cerca de cinco años a la de los países más avanzados.
 
Así, en las últimas seis décadas la esperanza de vida en América Latina y el Caribe se incrementó en 23 años y la brecha con las zonas más desarrolladas se acortó a la mitad.
 
El aumento en este indicador responde en buena medida a la reducción de la mortalidad en las edades tempranas, sobre todo en la mortalidad infantil.
 
En cuanto a los nacimientos, América Latina y el Caribe han pasado de tener índices reproductivos que estaban entre los más altos del mundo, con una tasa global de fecundidad (TGF) de casi seis hijos por mujer en el quinquenio 1950-1955, a un nivel menor a 2,2 hijos por mujer en el quinquenio actual, lo que está ligeramente por debajo de la mediana mundial (2,3).
 
Además, se estima que en 2040 la esperanza de vida superará los 70 años y las tasas globales de fecundidad serán inferiores a tres hijos por mujer en todos los países de nuestra área.
 
Realidad dominicana
 
Según el IX Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2010, de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), se observa una mayor prevalencia femenina en la población envejeciente de República Dominicana: por cada hombre hay en promedio 6 mujeres, resultado de una mayor esperanza de vida de la población femenina.
 
Establece grandes diferencias en el estado conyugal de los hombres y mujeres de 60 años o más: 68% de los hombres están casados (37%) o unidos (31%), mientras las mujeres son más propensas a quedar viudas (36%) o a estar casadas (24%).
 
No se observan diferencias significativas del nivel educativo entre hombres y mujeres en este grupo etario. No obstante, se destaca que una gran proporción de los envejecientes tienen un nivel de primaria (53%) o ningún tipo de preparación (23%).
 
Estos bajos niveles de instrucción impactan negativamente en la calidad de vida de las personas adultas mayores, al reducirse sus probabilidades de desempeñarse en el sector formal, por lo cual no les es posible formar parte de mecanismos de protección social vinculados al trabajo ni, por tanto, tener un retiro de su vida laboral con un ingreso asegurado para su sustento.
 
Panorama laboral
 
Según cálculos realizados con base en la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT) 2012, más de una tercera parte de la población envejeciente de la República Dominicana continúa laborando, a pesar de tener edades en las que se espera hayan sido jubiladas o pensionadas o estén en proceso de serlo.
 
La tasa de ocupación total de las personas adultas mayores (porcentaje de personas que están ocupadas en algún oficio, sea remunerado o no, en relación con la población en edad de trabajar) es 35%, predominando la ocupación en los hombres (52%) frente a las mujeres (19%), como se observa en el Gráfico 1.
 
Si se estima, además, que 7 de cada 10 personas adultas mayores son afectadas por la pobreza, se estaría frente a un panorama en el cual una significativa proporción de personas adultas mayores no cuenta con ingresos suficientes para una vida con calidad en esta etapa.
 
La diversidad de actividades laborales pudiera explicar la mayor ocupación femenina que se ha constatado en la zona urbana (20%) respecto a la ocupación de las mujeres en la zona rural (15%). Mientras, los hombres están más ocupados en la zona rural que en la urbana.
 
Según el estudio, esta coyuntura conlleva nuevos desafíos para que la región pueda aprovechar estas oportunidades demográficas para reducir la desigualdad.
 
Esto dependerá de que se tomen medidas tanto en el ámbito macroeconómico, referentes a la transformación productiva y a regímenes fiscales progresivos, como en el terreno político y en el social, a través de una mayor y mejor educación y protección social.
 
En este sentido, el informe de la Cepal considera que la reducción de la proporción de niños y jóvenes hace que sea posible extender a todos ellos los beneficios de una educación de alta calidad de la que antes solo se beneficiaba una pequeña minoría, pero advierte de que el envejecimiento de la población plantea desafíos relativos al funcionamiento y viabilidad de los sistemas de pensiones actuales.
 
Si se estima que 7 de cada 10 personas adultas mayores son afectadas por la pobreza, se está frente a un panorama en el cual una significativa proporción de ellas no cuenta con ingresos suficientes para una vida con calidad en esta etapa.
 
Estas investigaciones llaman a la reflexión de los gobiernos, en la necesaria implementación de políticas públicas y la inversión en las condiciones de salud, infraestructura y servicios que requieren los envejecientes. Sin olvidar ese importante Objetivo del Milenio, aun por cumplir, de reducir la mortalidad infantil y materna. Todo ello implica un desarrollo en la educación, salud, tecnología, y en todos los renglones.

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