No es un triunfo

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||

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La prensa dio cuenta de que en lo que va de año la policía ha enviado a la justicia 152 mil 532 personas que han cometido actos delictivos y el jefe de ese cuerpo de seguridad, mayor general Manuel Castro Castillo se refirió, además, al decomiso de un millón 712 mil 418 gramos de diferentes drogas en este periodo. Visto así, pesa la realidad de las cárceles hacinadas y ese halo de violencia que afecta cada día la existencia de la sociedad dominicana.
 
Castro Castillo habla de la manera en que la institución logró reducir en un 42 por ciento las muertes y heridas causadas por forajidos en el Gran Santo Domingo y que en conjunto todas estas acciones influyeron en la reducción de la tasa de criminalidad a 15.9 muertes por cada 100 mil habitantes, la más baja en los últimos 12 años.
 
Tal y como ha dicho el jefe de la Policía Nacional, las bandas que cometen tales actos se han organizado considerablemente y más allá de su actuar “desafiante y agresivo”, lo que sí ha quedado como evidencia es el gran número de hogares dominicanos que sufren luto y dolor por pérdidas irreparables de amigos o parientes.
 
Se trata en realidad de una batalla constante, de acciones y medidas que implican una ardua labor, no solo de esta institución, sino, además, de  las Fuerzas Armadas y otros organismos de la seguridad del Estado. Esto, en lo que a tácticas y enfrentamientos se refiere, para evitar que se propague aun más el mal. Pero, hay otra certeza ineludible que no se puede obviar, y es que unido al enfoque del sistema educativo dominicano, debe y tiene que existir esa obligación familiar, social y estatal de que cada menor vaya a la escuela, de que su tiempo libre se utilice en eso: educarle y prepararle para un futuro digno, con entrenamientos en oficios u otras labores, si es que no pueden realizar estudios universitarios. Solo la cultura, sustentada en la instrucción salva y prepara a los pueblos. De otro modo, solo podremos hablar de reducción de actos oprobiosos, no de eliminar la delincuencia.