Tan pronto terminó los estudios secundarios, el joven José García, quien en ese momento tenía 18 años de edad, se dispuso a buscar trabajo para mantenerse y pagar su carrera universitaria. Esta ilusión le llevó a depositar su currículo en empresas donde podría ser contratado, según sus limitados conocimientos obtenidos en el bachiller técnico de Informática.
Después de entregar su hoja de vida en diferentes centros, y sin recibir respuesta, García pensó que debía hacer otros cursos para ampliar su abanico de posibilidades; sin embargo, hoy, a sus 25 años, aun sigue esperando esa oportunidad para ingresar a la universidad, y mientras llega, se gana la vida chiripeando y viendo muy lejos sus aspiraciones.
Lamentablemente, en República Dominicana unos 507 mil jóvenes entre 15 y 30 años de edad viven la misma situación de José García y engrosan las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las cuales revelan que en América Latina y el Caribe hay 104 millones de jóvenes y aproximadamente el 20% de ellos no estudia ni trabaja.
A este grupo se le conoce como la generación Ni-Ni, conformado por personas con potencial para ser productivos, pero por desmotivación o falta de oportunidades se encuentran desempleados.
Según el reporte de la OIT, el mayor desafío que enfrenta la región es la consolidación de una institucionalidad estable, que permita el diseño y la ejecución de políticas de Estado que apunten al desarrollo con inclusión social, empleo productivo y trabajo decente.
Ante esta problemática, el Banco Popular y Acción Empresarial por la Educación (Educa), plantean soluciones para crear puestos de trabajo y entienden que en vez de llamarse generación Ni-Ni, lo correcto sería identificarlos como jóvenes Sin-Sin; es decir, sin competencias y sin oportunidades para insertarse en el mercado laboral.
En ese sentido, el director ejecutivo de Educa, Enrique Darwin Caraballo, sostiene que una persona Ni –Ni es alguien que no tuvo acceso a la educación en la primera infancia, probablemente inició tarde la escuela básica y si es mujer, tuvo su primer embarazo en la adolescencia.
“Esa deuda se va acumulando en el transcurso del tiempo y la entrada prematura al trabajo informal le genera un techo por el resto de sus vidas, ya que no cuentan con oportunidades para desarrollar la competencia que el sistema y mercado les demanda”, precisa Caraballo.
Explicó que es un fallo del Estado que los estudiantes terminen el bachillerato sin saber un oficio, y tengan que aprenderlo en otro lado, lo cual les limita a obtener un buen empleo.
“Hay que repensar la educación media y secundaria para que capaciten a los jóvenes hacia el camino de la competitividad laboral y el emprendedurismo, a fin de que puedan mejorar sus perspectivas del futuro”, expresa.
Dentro de las soluciones inmediatas, el Banco Popular, Educa y decenas de entidades más, han diseñado, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, el proyecto Quisqueya Cree en Ti, con el propósito de crear 32 mil empleos para personas menores de 30 años, antes de que finalice el 2016.
Asimismo, los creadores del proyecto entienden que otra posible salida es apostar a una educación técnica y tecnológica donde los alumnos adquieran la capacidad que exigen las empresas.
“Es necesario que existan más centros de la línea del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep), para dotar de herramientas eficientes a la población juvenil y a la vez ofrecer manos de obras calificadas”, afirma el director ejecutivo de Educa, Enrique Darwin Caraballo.
Para motivar esa iniciativa, Educa y el Banco Popular realizarán el seminario Jóvenes RD: Educación, Empleo, Esperanza, el cual se efectuará el viernes 7 hasta el domingo 9 de noviembre, en el Hotel Crowne Plaza (antes Hotel V Centenario).
Creación de centros técnicos facilitaría empleos a jóvenes
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